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@rodolfodiazf
En medio de los pensamientos preocupantes y negativos que circulan insistentemente en rumores, medios de comunicación y redes sociales sobre la pandemia mundial, hay que conservar un núcleo especial que mantenga viva y firme nuestra esperanza. Como se dice en la Biblia acerca de Abraham: “Esperando contra toda esperanza, Abraham creyó y llegó a ser padre de muchas naciones” (Rom 4,18).
A fines de diciembre de 2016, el papa Francisco dijo: “Confiando en esta promesa, Abraham se pone en camino, acepta dejar su tierra y hacerse extranjero, esperando en este “imposible” hijo que Dios habría debido donarle no obstante que el vientre de Sara fuese como si estuviera muerto. Abraham cree, su fe se abre a una esperanza aparentemente irracional... La esperanza abre nuevos horizontes, hace capaz de soñar lo que no es ni siquiera imaginable. La esperanza hace entrar en la oscuridad de un futuro incierto para caminar en la luz”.
La esperanza es la simiente de un nuevo mundo, sin ella el hombre vive prisionero de sus miedos, frustraciones, depresiones y angustias. La esperanza es el antídoto contra todo tipo de amenaza y pandemia; es el combustible que nos mantiene ocupados en vivir, como expresó el actor Tim Robbins en la película Sueños de libertad.
En dicho filme, Red (Morgan Freeman) y Andy (Tim Robbins) están encarcelados purgando condena perpetua por homicidio. El primero es culpable, el segundo, no.
Con amarga experiencia, Red comentó: “La esperanza es algo peligroso. Puede volver loco a un hombre. No sirve para nada encerrado en una prisión. Mejor te acostumbras a esa idea”.
Empero, Andy desoyó este pesimista consejo y rearguyó: “Creo que se trata de una decisión muy sencilla en realidad: ocúpate en vivir u ocúpate en morir”.
¿Mantengo viva la esperanza? ¿Me ocupo en vivir?