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@rodolfodiazf
Podemos soportar muchas pérdidas, pero lo que no podemos sobrellevar es la pérdida de la esperanza. En efecto, la esperanza es el timón firme que nos conduce al puerto anhelado, sólo que debemos mantenernos fuertemente asidos en las tormentas y tempestades.
La esperanza es la brújula que conduce nuestra vida; podemos tropezar y hasta caer, pero lo importante es no permanecer caídos, derrotados, humillados y desanimados. Por eso, en esta etapa de la pandemia es fundamental no perder jamás la esperanza.
El predicador Norman Vincent Peale, creador de la teoría del pensamiento positivo, expresó: “Usted seguramente sabe el viejo dicho de que “donde hay vida hay esperanza”. Pero yo sé uno aún mejor. Sólo hay que invertirlo: “donde hay esperanza hay vida”. Usted nunca será vencido, nunca será derrotado, si tiene esperanza… Mantenga esto en mente cuando está agobiado con las dificultades, las tristezas, las enfermedades y los problemas. Recuerde que, como la primavera, la esperanza siempre vuelve”.
Quien nunca se dejó arrastrar por el torbellino de la desesperanza fue Thomas Alva Edison. A fines de 1914, cuando tenía 67 años, el fuego devoró sus laboratorios y la pérdida fue de 2 millones de dólares.
Charles, su hijo, lo buscó desesperado entre los restos del incendio. Al recordar cómo lo encontró enrojecido por el resplandor de las llamas, expresó: “Me dolió el corazón al verlo, ya no era un hombre joven y todo estaba siendo destruido por el fuego. Me miró. ‘¿Dónde está tu madre?’, gritó. ‘Búscala. Tráela aquí. Nunca verá algo como esto otra vez en toda su vida’”.
Al día siguiente, caminando entre los restos carbonizados, Edison aseguró: “Hay gran valor en el desastre. Todos nuestros errores se han quemado. Gracias a Dios porque podemos empezar otra vez”.
¿Mantengo viva la esperanza?