Por asombroso que parezca, Morena es un partido en construcción. Una obra política en cimientos. Poderosa pero desarticulada. Existe fundamentalmente por su principal figura: el hoy Presidente de la República. Formado en los movimientos sociales y en los procesos electorales, Andrés Manuel López Obrador configuró un partido-movimiento. Una entidad de interés público abierta de par en par a la participación del pueblo en la vida democrática.
A seis años de su fundación, la militancia antes que morenista, es eminentemente lopezobradorista. Pero existen y son más, quienes sin pertenecer al partido o incluso militando en otro, simpatizan y apoyan decididamente al Presidente. Ojo. AMLO es noción articuladora. Justamente es ese el código genético de Morena. Un partido profundamente incluyente en el que cohabita la más amplia y rica diversidad política: los jóvenes del Movimiento Estudiantil de 1968, los ciudadanos que masivamente votaron en 1988 por Cuauhtémoc Cárdenas o Manuel Clouthier, pero también están los desencantados de los doce años de gobiernos del PAN y del regreso del PRI a la Presidencia de la República. Pobres, clasemedieros y ricos; jóvenes y adultos mayores; hombres y mujeres de la costa y la montaña; marxistas, neoliberales, católicos, cristianos y protestantes; ciudadanos y ciudadanas de militancia virgen que por primera vez se enfilaron en la lucha democrática y alcanzaron en 2018 un cargo de elección popular en un triunfo electoral de dimensiones históricas.
No obstante, la coexistencia política a partir del ejercicio del poder público se ha traducido en pugnas internas por la dirigencia nacional y las dirigencias locales, que han hecho de la vida orgánica de Morena, un gran nudo gordiano que impide procesar y aplicar legítimamente los postulados fundacionales establecidos en su estatuto. En ese sentido, Morena corre el grave y real riesgo de menguar su condición de primera fuerza política, dado que llegará dividida y sin organización a las elecciones de 2021, proceso que por cierto el pasado 7 de agosto, el Consejo General del INE aprobó iniciar a través del Plan Integral y Calendarios de Coordinación de los Procesos Electorales Locales concurrentes con el Federal 2020-2021, mediante el cual el domingo 6 de junio de 2021, se celebrarán comicios para elegir a 500 diputados federales, 15 gobernadores, 1,063 diputados locales, 1,926 presidentes municipales, 2,122 síndicos, 15,107 regidores y 635 juntas municipales/concejales o presidentes de comunidad, mientras que en Sinaloa habremos de elegir nuevo gobernador, 40 diputados, 18 presidentes municipales, 18 síndicos y 153 regidores, proceso electoral que arrancará a mediados de diciembre próximo.
Morena fue un exitoso partido de oposición que logró superar sus diferencias internas. Que las hubo. Recordemos las enormes dificultades que en las entidades federativas enfrentó Andrés Manuel, como presidente del Consejo Político y presidente del Comité Ejecutivo Nacional, para transformar al Movimiento Regeneración Nacional, en Morena, partido político, y después para procesar el nombramiento de sus primeros candidatos. Hoy, en el poder, Morena está a contrarreloj. Lo que no hizo en dos años debe hacerlo en unos cuantos meses. Construir un partido fuerte y cohesionado, capaz de transitar de la oposición al gobierno, de la protesta a la propuesta y de la resistencia a la acción y organización política de la sociedad.
Si el partido falla, la Cuarta Transformación puede fracturarse y con ella la esperanza de millones de mexicanos.
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