Editorial
Durante muchos años, la relación de Estados Unidos con México se ha visto como una marcada por la intromisión y la imposición. Y ha ocurrido independientemente de cuál partido esté en el poder.
Aunque en la práctica, las relaciones entre ambos países se han desarrollado de manera normal, incluso después del discurso racista de Donald Trump de hace cuatro años, que lo llevó al poder.
Y con normal, la referencia es a que las operaciones comerciales, las relaciones económicas y los vínculos diplomáticos se han mantenido incluso cuando de por medio ha estado el beligerante muro fronterizo.
Aunque no vota, es verdad que en los comicios más recientes, en México han sido los candidatos demócratas los que se han ganado más simpatías, aunque las condiciones de los compatriotas en aquel país no hayan mejorado bajo esos gobiernos.
Estados Unidos ha llevado a cabo su proceso electoral y puede ser Donald Trump el que se reelija o puede ser Joe Biden quien gane los votos electorales, y en términos prácticos, las relaciones con México seguirán desarrollándose de manera normal.
El Presidente de México Andrés Manuel López Obrador no ha querido pronunciarse sobre el proceso electoral, pero lo que sí ha dicho es que aún con los resultados de los comicios estadounidenses, el País tiene estabilidad económica y financiera.
Y así deberá ser. El País tendrá que adaptarse al resultado electoral de Estados Unidos. La continuidad de una relación en la que se ha ganado poco, la de Donald Trump, o el cambio, con Joe Biden, del que aún es incierto qué beneficios dejaría para el País.
Sí, hay antipatías sobre Trump y más respaldo hacia Biden, pero el resultado tendrá el mismo impacto que otros procesos electorales, hasta que en Estados Unidos no se tomen en serio los reclamos que en México se han hecho sobre su política de drogas, o de armas, o de migración.
Estados Unidos habrá votado para elegir a su Presidente y en México, seguirá la expectativa de si las relaciones futuras habrán de mejorar.