Editorial
Alguien que asume el Gobierno siempre espera que la gente lo recuerde por lo que realizó. Y para afincarse en la memoria, busca inversiones espectaculares, obras monumentales, proyectos que retraten bien y del que se pueda seguir hablando en los años siguientes.
Y también, llegan a fijarse en la memoria cuando realizan obra, pero no para la foto, que le resuelven a la gente sus problemas inmediatos, le da solución a sus necesidades y le facilita la vida.
Sin embargo, a veces ocurre que lo primero es lo que se vuelve importante para quien gobierna y lo segundo, se deja en el olvido.
Tal vez algo así pasó en el lugar donde falleció la joven Adriana Rubí, de 20 años de edad y estudiante de Artes Plásticas en la UAS. Fue atropellada en la Avenida Álvaro Obregón, al sur de Culiacán.
En la zona, los vecinos reclaman un espacio seguro para poder cruzar la avenida, donde circulan vehículos a alta velocidad. Pero no lo han hecho ahora, cuando se ha registrado un accidente vital, sino que lo han planteado desde varios años atrás, sin que hasta ahora hayan obtenido alguna respuesta.
Y siguen pasando accidentes fatales en vialidades en las que se han olvidado el peatón, y sigue habiendo comunidades de Sinaloa que aún siguen padeciendo el abasto de agua y sigue habiendo zonas en las que la recolección de basura no es una prioridad y sigue habiendo ciudadanos que reclaman atención, y no los escuchan.
Qué bueno que las autoridades, de los diferentes niveles, apuesten por mejorar la imagen de las ciudades y crear la impresión suficiente para convencer a inversionistas a crear nuevos proyectos, estimular la derrama económica y generar empleos. Eso deberá seguir haciéndose.
Pero todo estará mucho mejor cuando también, aunque el resultado no les ofrezca una foto para promover en redes sociales, se resuelvan las necesidades básicas de la sociedad, que sigue aspirando a mejores condiciones de vida, con sus respectivos servicios públicos elementales. Porque todavía siguen esperando.