Editorial
La despenalización del uso, producción, traslado y comercialización de la mariguana en México es uno de esos temas que parecen olvidados en el Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Parte de las promesas de campaña del tabasqueño, la despenalización del enervante se ha quedado “atascada” en el Senado donde no logra concretarse ni siquiera la creación de un reglamento que garantice el acceso a medicamentos creados a partir de cannabis, la sustancia principal de la mariguana.
La medida, pensada para arrebatarles a los cárteles de la droga parte de sus ingresos económicos, sigue paralizada por conflictos internos dentro del Gobierno de López Obrador.
Resulta que la naturaleza variopinta y los orígenes diversos de los funcionarios del Gobierno morenista ha provocado que existan diversas corrientes para todo y en un tema tan polémico como el uso recreativo de la mariguana las divisiones alcanzan niveles insospechados.
Por un lado están los que respaldan la propuesta del Presidente, asegurando que los mexicanos ya se encuentran listos para vivir con el uso libre de la mariguana, pero del otro lado hay quienes siguen dudando de que el enervante cumpla con los valores médicos que se le adjudican.
El asunto es que la famosa “legalización” sigue muy lejos de convertirse en realidad, aplastada por las diferencias de grupos que cada día se radicalizan más, sobre todo cuando el Presidente se concentra en otros temas y olvida sus promesas de campaña.
La división en el propio Gabinete de López Obrador alcanza niveles preocupantes en algunos temas y la despenalización de la mariguana es solo uno de ellos.
En México, el uso de la mariguana como producto medicinal ya fue aprobado, el problema es que no se han creado todo el aparato legal que debe acompañarlo y difícilmente habrá tiempo para hacerlo en los próximos meses.
