Editorial
Han pasado años, ha habido sanciones, se han hecho observaciones, se ha divulgado lo suficiente y aún así, siguen presentándose los mismos errores en las administraciones públicas: el manejo irregular de los recursos.
En el Congreso de Sinaloa están presentándose los dictámenes de la revisión del gasto ejercido durante 2018, y las mismas observaciones que se han hecho en años anteriores son las que se repiten.
O no hay el profesionalismo necesario en el manejo de las finanzas en la administración pública, o no hay el interés de tener un manejo ordenado del dinero, o no hay temor de que por las irregularidades cometidas, se venga una sanción.
Y en los reportes, año con año, vuelve a presentarse lo mismo: desvío de recursos a otras áreas diferentes a las que se habían etiquetado, incremento en la deuda pública y falta de comprobación del gasto registrado.
En Sinaloa, son pocos los municipios que han alcanzado un nivel aceptable en el manejo de la contabilidad, de acuerdo a las disposiciones legales. Sin embargo, en cada administración, parece que se improvisa y quienes llegan a los cargos que involucran el dinero, improvisan, cometen errores, aprenden y cuando lo han logrado, ya se van.
Qué bueno que haya el rigor de la Auditoría Superior del Estado para señalar hasta los mínimos detalles en el manejo contable y físico del dinero público. Pero la experiencia ha señalado que eso no ha sido suficiente.
Si hay un mal manejo irregular de los recursos, que se señale, se castigue y se repare el daño. Pero también, habrá que revisarse de qué manera se puede mejorar el manejo de las finanzas públicas.
La improvisación en muchos de los casos ha traído problemas a las haciendas públicas. Y por más que se mejoren y refinan leyes, en las entidades públicas aún faltan mecanismos que contribuyan a un mejor manejo de los recursos públicos.
Es lamentable que en el servicio público se sigan cometiendo errores y abusos en las finanzas públicas y también lo es que todavía siga la improvisación.