Arturo Santamaría Gómez
santamar24@hotmail.com
No creo que en ningún otro lugar del mundo los informes de gobierno hayan sido convertidos en espectáculos políticos como en México.
Ustedes recordarán que durante décadas el Informe presidencial fue llamado en los medios periodísticos, quizá los más críticos, el día del Presidente porque era una fecha en la que se le rendían honores como nunca al Primer Mandatario.
Tal día, en los esplendores del presidencialismo priista, se suspendían clases en todo el sistema educativo, e incluso muchas actividades productivas y comerciales de paralizaban. En realidad, lo que más trascendía de esos informes era el llamado mensaje político más que la aburridas e incomprensibles, además de no comprobables. cifras sobre inversiones, ingresos, egresos, etc., etc. El informe era tedioso a morir, pero la clase política morbosamente esperaba los mensajes, casi siempre velados, contra alguien, o por lo contrario, un mensaje a favor de un político del Gabinete, sobre todo cuando se acercaba el periodo del destape y se especulaba todos los días quién podía ser “el tapado”; es decir, el candidato del PRI a la Presidencia.
Uno de los mensajes políticos más esperados en un Informe presidencial fue el del 1 de septiembre de 1968. En él se escucharía la postura de Gustavo Díaz Ordaz ante el movimiento estudiantil. Como bien saben ustedes, el mensaje fue la amenaza de la represión, que el Presidente cumplió plenamente el 2 de octubre.
Pero el Informe no tan solo era aburrido para los ciudadanos comunes y corrientes, aunque había también muchos políticos que se dormían durante su exposición, sino también era vergonzoso y, a la vez, ejemplo de la mentalidad lacayuna de la gran mayoría de los políticos, líderes sindicales y agrarios, empresarios, periodistas y de otros beneficiarios del sistema, incluyendo uno que otro viejito proletario previamente seleccionado y manipulado para darle un toque popular a esa ceremonia feudal.
Al final del Informe, el Presidente se trasladaba a Palacio Nacional para que durante horas se cumpliera la infame ceremonia del besamanos; es decir, del ritual con el que los actores mencionados pasaran a hacer cola para saludar de mano, recitarle zalamerías o pedirle un favor al Presidente.
Incluso, antes de la lectura del Informe y de que el habitante de Los Pinos se trasladara al Congreso, la televisora más importante del País, a través de Jacobo Zabludovsky, entrevistaba en la residencia oficial a la familia entera del Presidente para que dijeran cursilerías. Claro está, también participaban locutoras, en algunos casos como Talina Fernández, para comentar la vestimenta de la Primera Dama y de los hijos, y reseñar lo que habían desayunado, a qué hora se habían levantado y fruslerías como estas.
Con el avance de las críticas políticas y periodísticas en un proceso de democratización, lo más grotesco del día del Informe fue desapareciendo hasta su extinción… que solo duró unos cuantos años, para volver, no idéntico, pero sí con renovados bríos propagandísticos.
AMLO le ha agregado el espectáculo callejero de las masas como medio propagandístico, y ahí van los imitadores municipales a replicarlo a su escala, tal y como lo hizo “El Químico” Benítez con todo y garnachas.
Y pues los gobernadores priistas no se podían quedar atrás. Quirino Ordaz, por ejemplo, ha recurrido a un lenguaje que en otros contextos culturales serían inaceptable. Él busca provocar risas o un estado de ánimo atento de la audiencia. Él dice que como es mazatleco, pues así habla: “¡Qué a toda madre!”.
Pero no tan solo eso, sino que se rodea de cantantes, deportistas y otros famosos, además por supuesto de toda la plana de funcionarios públicos y el conjunto de la clase política. En su Informe, por lo menos en el más reciente, Quirino no dijo nada trascendente. Y así es porque el objetivo en un Informe de los políticos tradicionales lo fundamental es la propaganda política.
En contraste, lo que sí ha sorprendido a propios y extraños es el informe de la Síndico Procuradora del Ayuntamiento de Mazatlán, Elsa Bojórquez, a quien seguramente la clase política tradicional y al Alcalde del municipio han de considerar una figura menor, pero que, en un hecho que podemos considerar histórico, en realidad rompe con cualquier molde y tradición, para exponer su trabajo con una claridad y valentía de una funcionaria talentosa y honesta convencida de que se debe hablar y gobernar de otra manera en el México de hoy.
La doctora Bojórquez asumió cabalmente su función como Síndico Procuradora e informó con transparencia y humildad dejando de lado la propaganda, la simulación y el espectáculo.
Este es un caso muy local, pero si se pretende hacer política y gobernar de una manera honesta y eficiente esta es una ruta para Morena y otros partidos.
Esperamos que esta funcionaria siga así.