alberto.kousuke@uas.edu.mx
Aunque suene sorprendente, los sinaloenses disfrutamos de las bebidas alcohólicas. De acuerdo con la Secretaría de Salud, el 23 por ciento de los sinaloenses consumen bebidas embriagantes.
Con las medidas de distanciamiento social, y todos los bares, restaurantes, y expendios de bebidas alcohólicas cerrados por la pandemia de SARS-CoV-2 (COVID-19), ¿cuántos de nosotros estamos sufriendo por la ausencia de alcohol?
Tomemos en cuenta que el distanciamiento social es absolutamente necesario. Sin vacuna o tratamiento específico para el SARS-CoV-2, la única opción para minimizar el contagio y la mortalidad en personas vulnerables es permanecer alejados unos de otros.
Esto significa que todas las fuentes de alcohol (legales) tendrán sus puertas cerradas por tiempo indefinido. Por lo tanto, si el alcohol es una gran parte de tu vida, tu futuro próximo se ve bastante sobrio (a menos que hayas hecho compras de alcohol de pánico justo como con el papel de baño).
El consumo ligero de alcohol tiene beneficios tales como disminución del estrés, disminución de la auto-percepción (relajación), y mayor expresión afectiva. También existen correlaciones con un aumento de la euforia y camaradería.
Por otro lado, el consumo excesivo de alcohol (modus operandi sinaloense) nunca es buena idea, y menos aún durante esta pandemia.
Pistear frecuentemente debilita tu sistema inmune y te vuelve más susceptible a neumonía, síndromes respiratorios agudos, y sepsis. Exactamente lo mismo que debe de preocuparte de una infección por SARS-CoV-2. Asimismo, debilita las células que recubren el tracto respiratorio y unas pequeñas estructuras llamadas “cilios” los cuales barren y limpian el tracto respiratorio.
Sin duda alguna, la ley seca es una medida necesaria. No obstante, esto solo funciona en una sociedad que sigue las reglas.
Cuando algo se prohíbe, la demanda del producto no disminuye. Esta necesidad se ve saciada por un incremento en los “aguajes” y negocios de contrabando. El intento del gobierno por disminuir el consumo del alcohol solo ha ocasionado un próspero y redituable mercado negro de alcohol.
Tomando en cuenta el monopolio y los costos de sociales/médicos que ocasiona el alcohol, el gobierno se ahorraría una millonada en los costos de programas sociales, de salud, y criminales. Sin embargo, como la historia nos cuenta una y otra vez, la prohibición nunca deja nada bueno.
Mientras la impunidad siga siendo parte de la cotidianidad de nuestra sociedad, la situación sólo seguirá empeorando.