Editorial
Después de las elecciones internas, la otra elección que afecta a los mexicanos es la de Estados Unidos.
Estamos ligados de tantas maneras a los estadounidenses que el candidato que gana la Presidencia causa profundos efectos en nuestra economía, nuestra sociedad o en nuestra política interna.
Es tan importante la relación que mantenemos con nuestro poderoso vecino, que el único viaje internacional que ha realizado el Presidente Andrés Manuel López Obrador, desde que se sentó en la silla del águila, ha sido a Estados Unidos.
López Obrador fue llamado a presentar sus respetos al Presidente Donald Trump. Un viaje donde el tabasqueño se vio obligado a realizarse la prueba del Covid-19 y a utilizar el cubrebocas, que, todos sabemos, detesta.
López Obrador jamás hubiera salido del País si pudiera decidirlo, pero cuando los estadounidenses llaman, los presidentes mexicanos deben responder inmediatamente, a menos que se atrevan a arriesgarse a estar mal con el niño abusivo del barrio.
En la historia de las relaciones entre nuestro País y la Unión Americana, los presidentes estadounidenses siempre han sido cordiales con México, por lo menos de manera pública.
Trump ha sido el primero en insultarnos, amenazarnos y obligarnos a renegociar un tratado de libre comercio, sin embargo, nuestros diplomáticos alaban la relación entre los dos países, seguramente no les queda de otra.
Por el momento, el Gobierno de la 4T ha evitado la confrontación con Trump, pero secretamente han de estar esperando que se vaya, con Joe Biden regresaría el trato cordial al que estamos acostumbrados, aunque por debajo de la mesa se lleven la tajada de león.
No está claro cuál de los dos candidatos le favorece a México, la verdad es que Estados Unidos, desde hace años, mantiene una política internacional alineada con sus intereses, y ahí generalmente salimos perdiendo.
