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"ÉTHOS"

"La muerte y las tareas inacabadas"

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    rfonseca@noroeste.com
    @rodolfodiazf

     

    Muchas personas al sentir cercano el momento de su muerte se preocupan porque no han terminado alguna tarea, o no han emprendido alguna otra que tienen pendiente. Las tareas no acabadas son causa de ansiedad y provocan fuertes dosis de estrés.

    Si la mente se inquieta ante las tareas cotidianas no finiquitadas, imaginemos cuánto más se intranquilizará en el momento de la despedida final de esta vida. Razón de más para tratar de concluir cuanto antes las cuestiones que consideremos fundamentales y trascendentes.

    Para quienes creen que la muerte es el final de todo no existe ningún problema, como escribió Ronald A. Knox en su libro Meditaciones sobre la vida cristiana: “Si la muerte quiere decir extinción, la tarea inacabada no quita nada, salvo la fama en la posteridad y para un muerto la posteridad no significa nada… Pero para los cristianos, la brevedad de la vida nos supone una real responsabilidad y una real ansiedad”.

    En el cuento El milagro secreto, Jorge Luis Borges narró la historia del escritor judío polaco, Jaromir Hladík, quien era autor de una tragedia inconclusa titulada Los enemigos. El 19 de marzo de 1939, fue tomado prisionero y no pudo eludir los cargos acerca de su origen judío. Su ejecución se fijó para el 29 de marzo a las 9:00 horas. El fusilamiento le parecía inaceptable, prefería la horca, la decapitación o el degüello.

    Se atrevió a pedir a Dios una dilación de un año para terminar de escribir su tragedia. El creador le concedió esa prórroga como un milagro secreto; es decir, en su mente transcurriría un año pero, en realidad, el tiempo permaneció inalterable.

    “Jaromir Hladík -finalizó Borges- murió el 29 de marzo, a las 9:02 de la mañana”.

    ¿Estoy preparado? ¿Tengo tareas inacabadas?