"La locura de tener un Coach en tu vida"
Son casi las once de noche, amenazan rayos y tormenta en el exterior de mi habitación. Intento estar en atención plena para terminar unos casos que debo presentar el día de hoy para un programa de liderazgo transformacional (“Que no se vaya la luz y el internet Dios mío por favor”… es mi súplica, ajajay), como si todo eso no fuera un reto, mi mosquetero ameniza la escena con sus cantos a todo pulmón acompañado de su banda favorita (música muy relajante y apta para la concentración, jajay). ¿Saben qué falta? Claro, la llamada telefónica “poco oportuna”.
El “Bueno” en mi respuesta es parco, creo que amable, pero corto. Al otro lado de la línea, un coachee que apoyé hace un buen tiempo en un proceso de quiebre muy intenso, por las conductas y comportamientos adoptados como respuesta a su situación no deseada.
Su respuesta me regresó rápido al tiempo de sus vivencias: agitado, sin articular, lo sentía desde mi auricular lleno de rabia, muy molesto consigo mismo y obvio con todo su entorno. Sentí un reclamo directo antes de que la conversación tomara un cauce natural: “¿Para qué le di una segunda oportunidad, si ella no vale la pena?, ¿por qué me convenciste de que la escuchara? Si la hubiera mandado a la @#%&@# no estuviera pasando este gran dolor”.
Un suspiro muy profundo y me dice: “Debí haber dejado que el tiempo curará todas las heridas, es una locura eso de tener un Coach”.
Para apoyarme en mi propio entender y poder explicar su momento de quiebre, nuevamente me gustaría aclararle que la profesión de Coach es propia del siglo XXI. Aquí en México se puso de moda el término coaching para todo, pero muchos de los que se otorgan el título de coach no son capaces de explicar con exactitud preguntas tales como: ¿Qué es el coaching? ¿Para qué sirve? ¿Quién lo puede utilizar? ¿Qué beneficios tiene? De ahí las falsas expectativas que se pueden generar.
En pocas palabras y con base en mi experiencia, puedo decir que el coach es un proceso de aprendizaje, no un proceso terapéutico. Hacer consciencia de esto puede ayudarnos mucho. Por esa razón vamos a encontrar que algunos procesos incluyen otro tipo de disciplinas para la intervención de un ser humano. Algo que disfruto observar es cómo muchas intervenciones dirigidas a la sanación emocional son diseñadas de forma sistémica, ya no lineal.
Podemos considerarla como una profesión emergente y como tal vamos a encontrar mucha verdad, un exceso de mitos y también de mentiras. En mi caso, tengo el privilegio y la oportunidad de estar en contacto y en relación constante con profesionales, escuelas, asociaciones y personas que hacen coaching de verdad, en serio, con buena base teórica, con apoyos de investigación científica y muchas horas de experiencia que aseguran las habilidades profesionales, las competencias; y lo más importante, respeto, vocación, y mucha, pero mucha ética. Quienes me siguen saben que yo presumo de tener siempre acompañándome un Coach en mi vida, y me siento privilegiado.
Regreso con esto a dar respuesta a mi estimado Coachee: Un coach te acompaña para ayudar a que interpretes el mundo que observas, para poner un espejo en el que te veas, te sientas, y con una mirada transformadora puedas decidir lo que quieres para ti y para tu vida. Una pregunta que me hago constantemente es: Una persona que se ama muchísimo, ¿qué decisión tomaría?
Así es. La indagación que se hace durante el proceso va vinculada a preguntas muy poderosas que, al darles respuesta (rol que le corresponde únicamente al Coachee) apertura nuevas oportunidades de acción. Un Coach ético no toma decisiones por el Coachee, no es propositivo, no impone, solo escucha, pregunta, escucha y genera más preguntas, hasta que a la persona que interviene le hace sentido. El quiebre emocional experimentado no lo valida el coach, lo valida el coachee.
Es importante mencionar que una visualización correcta del proceso de coaching es darle el sentido casi de una obra de arte para su desarrollo. Es un proceso para mejorar como seres humanos, es un acompañamiento buscando con metodología probada la superación y la mejor versión del intervenido. Es como el proceso creativo de una canción, pintura, coreografía, que necesita conjugar verbos tan importantes como confiar, empoderar, soltar, reconocer, fluir, cooperar, respetar, aceptar, escuchar nuestro interior para soñar, pero no un sueño iluso, sino alcanzable a través de un plan de acción, con métricas, con tiempos, con actividades muy específicas, enmarcados por la burbuja desde la confianza de que somos seres humanos y tenemos permiso para no ser perfectos.
Por eso y muchas razones más, decidí ser y tener un coach en mi vida, con procesos traumáticos a sanar, con muchas emociones positivas amortiguando las emociones desadaptativas, con mucha fe en el futuro y con la confianza de mis amigos de vida y los fans de @LicOscarGarciaCoach.
Sin darme cuenta, los rayos pasaron muy rápido. No, no se fue la luz, a través de la escucha compasiva mi coachee se tranquilizó, acepté que no terminé toda mi tarea, pero era momento de ir a dormir porque el día siguiente está lleno de retos. Me di cuenta de que se terminó el espacio de mi columna de esta semana y que la intervención realizada ocuparía otra nueva columna.
Recuerda que el domingo 16 tenemos a Juan Pedro Sánchez, uno de mis profesores de inteligencia emocional favoritos del mundo mundial, para que nos comente de “Las palancas del éxito”, así que nos veremos y escucharemos a las 11:30 a.m. (tiempo de Mazatlán) en Pensar con Bienestar.