Arturo Santamaría Gómez
santamar24@hotmail.com
La desconfianza para invertir en el México gobernado por AMLO persiste en numerosos empresarios, pero no parece que esa exista entre varios de los más importantes. Los primeros tienen como su vocero más destacado a Gustavo Hoyos, presidente de la Coparmex, que no ceja en su objetivo de ser el candidato de la Oposición política de derecha para 2024. Los segundos están encabezados por Carlos Slim. La diferencia entre estos personajes es notable en cuanto a influencia en el sector empresarial y peso real para influir en los rumbos del País. Otra de las grandes diferencias entre ellos es que el dueño de Telmex tiene una visión mucho menos ideologizada de la política y del manejo de la economía. De Hoyos más que dogmático habrá que decir que ya está inscrito en plena campaña política y está arrastrando a la organización que preside a una visión limitada de lo que realmente sucede en el País.
De paso, habría que comentar un pasaje de la vida política sinaloense que se acerca a la concepción de Gustavo de Hoyos.
Acá en Sinaloa, el presidente del PRI, Jesús Valdez, quienes muchos priistas apuntan como su candidato para 2021, insiste en un discurso político opositor propio de los fanáticos de las redes o, si acaso, de la propaganda electoral de 2006, en el que se iguala a AMLO con Hugo Chávez y al México actual con la Venezuela de Maduro. Valdez, por supuesto que está obligado a elaborar un discurso opositor, y tiene mucho de donde cortar, pero no demuestra estatura política digna de un dirigente estatal y menos de un potencial candidato a gobernador con comparaciones que por absurdas están muy desgastadas.
Si Jesús Valdez está convencido de que AMLO está empujando a México al rumbo chavista, lo primero que debería de hacer es advertirle a Quirino Ordaz, su jefe político, que está en un grave error al hablar bien y respaldar muchas de las decisiones de Andrés Manuel López Obrador. Y de paso convencer a Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego y varios magnates más de que no saben lo que están haciendo.
Debe haber priistas más informados y juiciosos que orienten a Valdez para que entienda lo que está sucediendo en México, empezando por analizar una política económica que en varios aspectos es muy semejante a la manejaron los gobiernos neoliberales desde 1982 y más particularmente desde 1988 con Salinas de Gortari.
Por ejemplo, es claro que en el gobierno de la 4T hace falta una gran inversión pública en infraestructura, la cual de alguna manera se anunció al alimón con la Iniciativa Privada el pasado miércoles, pero quedan dudas de dónde van a salir los recursos gubernamentales para hacerlo. Se pregunta, por ejemplo, el economista Orlando Delgado Selley, quien escribe en el periódico La Jornada (28-11-21) desde una perspectiva crítica:
“Las restricciones autoimpuestas por el gobierno de AMLO: déficit fiscal controlado, no endeudamiento público neto adicional y no reforma tributaria, hacen imposible que el requerimiento de flujos masivos de inversión pública que se requieren se concrete. Es necesario que se superen estas restricciones que, además, provienen de la ideología del neoliberalismo, cuya muerte AMLO decretó hace meses, pero que se mantiene muy vivo. La restricción que habría que levantar es la impositiva. Es bien sabido que en nuestro País el cociente impuestos/PIB es extremadamente reducido. Cualquier comparación internacional da cuenta de que hay un enorme espacio para acordar un aumento de impuestos para los estratos ricos de la población”.
“AMLO, a un año de distancia de su toma de posesión, mantiene un nivel de aceptación de 68 por ciento, de acuerdo con resultados de la última encuesta de El Financiero (26/11/19). Incluso en relación con el manejo de la economía, de un piso de 23 por ciento de aceptación en junio, pasó en noviembre a 39 por ciento. Este respaldo permite que la administración federal lleve a cabo una amplia reforma tributaria, que coloque las tasas de contribución en niveles razonables a escala internacional. Esta reforma debiera proponerse que la tributación se incrementará alrededor de 4 puntos del PIB. El centro del incremento de recursos tendría que provenir de los ingresos de los estratos de ingresos superiores”.
Cualquier observador atento puede darse cuenta de que el manejo macroeconómico de AMLO no ha roto con las premisas fundamentales establecidas por los gobiernos anteriores. Lo que sí lo diferencia, y solo en parte, es en los programas sociales de asistencia o ayuda a sectores vulnerables de la población. Y digo en parte, porque Salinas de Gortari creó con Solidaridad un programa de asistencia social que no se distancia mucho de algunos de AMLO. Lo que nuevo en López Obrador es que los ha extendido y profundizado más. Pero, donde se separa de los neoliberales es en un combate mucho más claro a la corrupción, aunque todavía no obtiene grandes logros, y en un manejo visiblemente austero de la administración pública que se distingue del derroche de los seis presidentes neoliberales.
El estilo político de AMLO es rijoso y centralizador, y ha cometido errores en los criterios de inversión, administración y apoyo a diferentes sectores productivos, como es evidente en el caso de los agricultores comerciales y en la pesca, pero su política económica no ha roto en lo fundamental con los cánones establecidos desde Miguel de la Madrid.
Compararlo con Chávez y Venezuela es ridículo.
Posdata
Cuando vemos que la inversión extranjera directa ha aumentado en México y la nacional se ha retraído, por desconfianza, dicen, nos damos cuenta que los empresarios foráneos están menos ideologizados o los mexicanos, con las excepciones notables que ya hemos anotado, son, efectivamente, conservadores ciegos o muy malos empresarios.