Contraria a la imagen denigrante y estereotipada que desde el gobierno, los sindicatos charros y una prensa oficialista han hecho de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), como una organización violenta, de flojos, incultos y vándalos, esta agrupación magisterial ha hecho relevantes aportes a la vida sindical, social y a la incipiente democracia en el país.
La CNTE acaba de cumplir 40 años. Se fundó los días 17 y 18 de diciembre de 1979 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas con la confluencia de Consejos Centrales de Lucha de Chiapas, Tabasco, Guerrero, La Laguna y del IPN con la convocatoria al I Foro Nacional de Trabajadores de la Educación y Organizaciones Democráticas del SNTE.
Desde ese comienzo, los grupos magisteriales que convergieron en la CNTE decidieron actuar como una corriente al interior del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y no como un sindicato independiente.
Miles de trabajadores de la educación de todo el país vieron la necesidad de recuperar el SNTE de las manos del sindicalismo charro, en ese momento tomado por Vanguardia Revolucionaria y su dirigente, Carlos Jonguitud Barrios.
El SNTE, hay que recordarlo, era encabezado por dirigencias impuestas desde arriba por los presidentes en turno y el PRI, y esas prácticas antidemocráticas se reproducían hacia abajo en todas las secciones sindicales, controladas por charros con golpeadores y matones a su servicio para reprimir cualquier disidencia o exigencia de democracia sindical, como ocurrió durante décadas en las secciones 16 y 47 del SNTE en Jalisco.
Desde su nacimiento, las distintas corrientes de la CNTE han cuestionado los métodos antidemocráticos del SNTE, impulsando formas horizontales y democráticas en sus relaciones internas y en las secciones que desde hace años han conquistado, como la sección 22 de Oaxaca, 6 de Chiapas o 9 de la Ciudad de México.
A diferencia del SNTE, en la CNTE no hay caciques que monopolicen y controlen las dirigencias. Desde su nacimiento establecieron principios políticos rectores que se han mantenido hasta ahora y uno de ellos es la rotación de mandos y dirigentes.
Otro aspecto relevante de la forma de actuar del magisterio democrático es su práctica de consulta a la bases de sus decisiones más relevantes. Como ha señalado Luis Hernández Navarro, columnista y editor de opinión en La Jornada y él mismo uno de los fundadores de la CNTE en 1979, en la CNTE hay distintas corrientes pero ninguna de ellas controla la dirigencia, aunque quisieran: “La Coordinadora no está controlada por organización alguna; acuerda sus acciones consultándolas con sus bases”.
Estas peculiaridades del magisterio independiente, no sólo no son tomadas en cuenta por los comentaristas oficialistas, sino que son criticadas debido a una mirada racista y colonial que subestima las formas de hacer política y las potencialidades de un magisterio con fuertes imbricaciones en los pueblos, comunidades y barrios de donde proceden.
No se pretende hacer una apología de los maestros de la CNTE ni desconocer casos de vanguardismo, corrupción o formas clientelares de hacer como las que se criticaban a la SNTE. Pero sus formas horizontales de hacer les permite que queden acotadas y no se constituyen en formas predominantes en su organización.
Una de las críticas que históricamente se le ha hecho a la Coordinadora son sus movilizaciones y plantones. Pero ha sido gracias a estas prácticas de acción política que los trabajadores de la educación pudieron defender prestaciones sociales que los gobiernos federales pretendían recortar en la década de 1980 en periodo de crisis económica y austeridad presupuestal.
Como dije al comienzo de este texto, el gobierno y la prensa oficialista pintan a los integrantes de la CNTE como un grupo de vándalos incultos. Nada más alejado de la realidad de un sujeto magisterial que ha luchado y se ha preparado para defender la educación pública y un proyecto de nación de los de debajo de este país.
Luis Hernández Navarro sostiene que los maestros de la CNTE han sido una especie de intelectual orgánico del pueblo. Y esto porque una mayoría de los maestros que la integran fueron a su vez estudiantes normalistas, muy vinculados a sus comunidades. Este origen social se mantiene, como pudo palparse con la solidaridad con la que las comunidades defendieron y respaldaron la insurgencia magisterial que hubo en el sexenio de Enrique Peña Nieto contra la reforma educativa.
Una mirada más detenida a la historia de la CNTE elimina de tajo los prejuicios y estigmatizaciones que se han levantado en su contra y por el contrario, mostraría los aportes a una vida sindical desde las bases y una aportación también a la vida democrática del país a través de las organizaciones populares que desde la CNTE se han acompañado
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