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@vraldapa
En medio de una crisis mundial de salud y a inicio del regreso gradual a la actividad económica en el país, la oposición al actual gobierno de la República llama a la renuncia del Presidente López Obrador por considerar que México va a la deriva en todos los sentidos por culpa de las malas decisiones de su gobierno. Así lo manifestaron en la marcha de automóviles que salieron a la calles en diferentes ciudades del país. Las opiniones al respecto han sido mayoritariamente en dos sentidos: los que están a favor de que renuncie AMLO a la Presidencia porque consideran que no ha cumplido con sus expectativas y quienes están en contra de los que piden la renuncia pues argumentan que ellos no representan la mayoría de este país y que son los que perdieron la elección presidencial.
Los argumentos en ambos sentidos se manifiestan y se acomodan de acuerdo al interés de quienes al parecer han hecho de esta crisis económica el escenario para retomar su disputa política con miras a la elección de 2021. Los protagonistas de esta disputa pública son muy evidentes y se puede verificar tanto en políticos, como en periodistas, intelectuales o empresarios ya muy conocidos en los medios de comunicación y en los que de acuerdo su posición crítica es posible ubicar el origen y las razones que la motivan. Es decir, que son las mismas personas, quizá alguno que otro personaje no tan conocido que ahora ha adquirido mayor visibilidad pública, pero que en lo general siguen siendo los mismos, es decir: los que están ahora en el Gobierno federal y los que quedaron fuera, los que pudieron mantener algunos privilegios que otorga estar cerca de quienes ahora gobiernan y los que han perdido esa relación y cercanía que permite ciertas prerrogativas, tan disputadas y anheladas por la clase política de todos los tiempos.
Esta es la lucha por el poder ciertamente, una lucha muy vista, de la que estamos acostumbrados a padecer como sociedad y que ahora se observa con una claridad muy particular, pues se puede apreciar la pérdida de la discreción y una evidente actitud de cinismo que a través de los medios de comunicación y redes sociales, se manifiesta una falta de juicio ético y moral, como si gran parte de nuestra antigua clase política estuvieran atravesando por una especie de crisis existencial frente a los cambios radicales que se viven en todos los ámbitos sociales producto de la crisis mundial provocada por la pandemia.
Todo indica que no estamos actuando a la altura de las circunstancias, que la crisis y frustración que ahora experimentan los derrotados en 2018, los ha llevado a luchar por todos los medios posibles y están recurriendo como último recurso a la estrategia de montar su propia crisis política sobre la que vive el país frente a la pandemia y dificultad económica en el mundo.
Endosar toda culpa y responsabilidad a los gobiernos de lo que está pasando ahora, no me parece la mejor estrategia política-electoral, como tampoco creo que sea lo que más le convenga al país. Esa idea ciega y en ocasiones enfermiza de que la democracia y el provenir para nuestra sociedad será posible sólo si fracasan los gobiernos con los que no comulgan mis ideas e intereses, ha sido la práctica más irresponsable y mediocre de los políticos y al mismo tiempo la consecuencia del retraso del país y desigualdad en la que han vivido millones de mexicanos.
En Sinaloa el próximo año se eligen todas las representaciones incluyendo la de gobernador, cabe entonces preguntar ¿cuál va a hacer la oferta de los partidos? ¿Van a respaldar sus propuestas en el fracaso de los gobiernos y legisladores actuales? ¿Mantendrán el encono y enfrentamiento con los gobiernos y legislaturas en las que no ganó su partido?
Los aspirantes a gobernar Sinaloa, el Congreso y sus municipios, deben tener claro que se eligen no para vencer a sus contrincantes, tampoco para que se mantengan o se trasladen privilegios, se eligen para que administren instituciones en las que se define el futuro y bienestar de las familias sinaloenses.
La crítica, discusión y debate de lo que se hace o se deja de hacer en los gobiernos y congresos del país, deben estar ajenas de las mentiras, rencores y ambiciones personales, de otra manera no sólo seguirán fracasando todos los intentos por cambiar la realidad de este país, sino que tanto los gobiernos como la política seguirán secuestrados por camarillas y partidos ajenos al interés general de la nación. Esto no es lo que espera la ciudadanía. Para ganar una elección se requiere hacer algo distinto de lo que ha hecho perder la confianza de los electores. Los tiempos reclaman mentalidades y actitudes diferentes de la clase política, hacer lo mismo siempre dará los mismos resultados.
Ahora bien, hay que considerar dos aspectos históricos que han modificado la realidad del país, el primero fue la elección de 2018 y hoy la crisis de la pandemia, ambas experiencias ofrecen lecciones que deben ser analizadas con mayor detalle, sobre todo por quienes gobiernan y aspiran a gobernar. Las cosas han cambiado y quien no lo entienda seguirá tropezando en la política.
Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio el próximo viernes.