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‘Humanidad: capacidad para sentir afecto comprensión o solidaridad hacia los demás’
Hace dos años millones de mexicanos vivían en la euforia. La esperanza, lema de campaña, se convirtió en motivo de vida. Se cuestionaban las capacidades, pocos la cabalidad de las intenciones. Hoy el ánimo nacional está quebrado. ¿Cuáles son las verdaderas intenciones?
Los ganadores quemaron su patrimonio, la esperanza. No había los centavos para hacer todo lo que prometieron. El desfase era enorme. Inexperiencia, fue la explicación natural. La realidad se impondría. Pero no fue así. También había la creencia de que el Presidente moderaría sus arranques radicales. Pero no fue así. Comenzó la destrucción, NAIM, comedores, albergues, ataques a las instituciones, amenazas y más amenazas desde la “engañadera” cotidiana.
Denuncias de corruptelas que no se comprobaron, señalamientos ofensivos a empresarios, sacrificio del Seguro Popular, la UIF como arma de extorsión. La confrontación sistemática envenenó al País en semanas. La inversión se desplomó, brotaron las protestas del Sector Salud, de los científicos, y otros. Las ofensas hirieron, el veneno hizo su trabajo. Como amargo condimento una brutal incomprensión del horror de la violencia hacia las mujeres. Es falso que íbamos bien, la esperanza languideció con rapidez. El desencanto, el resquemor o el miedo franco se fueron apoderando de muchos mexicanos. En esas estábamos cuando llegó la pandemia y el colapso económico. De eso no son responsables quienes nos gobiernan, sí de la grosera soberbia para manejar la enfermedad, de la carencia de profesionalismo para atender a la de por sí herida economía.
Pero con la pandemia y el colapso, también llegó una nueva oportunidad de empatía con lo que hoy vive México. Casi 20 mil muertos, muchas familias heridas, el desempleo de millones, violencia y más violencia. México sangra. Las inútiles confrontaciones dañaron a un país que buscaba sanarse de la corrupción. Seguir en pie de guerra en junio de 2020 habla de un alejamiento enfermizo del sentir popular.
Un decrecimiento del 8 o 10 por ciento no fue suficiente para invocar sensatez, justo ahora se lanzan contra las energías limpias, -incrementos del 800 por ciento de CFE- y ahuyentan así a decenas de miles de millones de dólares. La Función Pública en lugar de ir tras de los nuevos escándalos y de verdad poner un ejemplo, convierte a la delación ciudadana en un sistema de combate a la corrupción, ciudadanos contra ciudadanos, como los Comités de Defensa de la Revolución Cubana.
En lugar de arropar al Sector Salud que a diario expone su vida reforzando equipos y medidas, se les ofende invitando a pseudo-médicos cubanos que ganan más que muchos miembros del personal mexicano. Como si viviéramos días de fiesta, se lanzan nuevas amenazas ahora contra las Afores, ahorros que son de los trabajadores mexicanos acumulados en más de dos décadas de esfuerzo, hoy puestos en riesgo, en la mira destructiva. Y en la misma semana en que la industria tiene la peor caída en la historia, el Senado se dispara una iniciativa para “fusionar” órganos reguladores buscando someterlos al Ejecutivo y contraviniendo el T-MEC.
Afuera de Palacio los muertos, los infectados y los millones de desempleados, el hambre que acecha. Dentro de Palacio la paranoia distractora de la BOA. Algo está podrido. De un lado salen ráfagas de odio, amenazas, veneno. En el otro se predica fraternidad, vida espiritual, no al egoísmo.
¿Dónde quedó la preocupación por los más pobres, esos que hoy se multiplican por cientos de miles? Dónde está el ánimo de un gobierno cercano a la gente, la misma que hoy sufre por hospitales repletos, familiares enfermos, desabasto de medicinas y equipo. Entregar la vida por México hoy significaría encarar este horror, tratar de restablecer la confianza, con humildad recuperar la esperanza.
Dónde está la humanidad para llorar esta tragedia y no sonreír inventando complots.