El día 10 del mes en curso, el presidente del Sistema de la Reserva Federal (la FED) de Estados Unidos, Jerome H. Powell, dio a los sobrevalorados mercados financieros un baño de agua fría, lo cual se manifestó como una caída de las bolsas de valores y la apreciación del dólar. La FED comunicó que espera para 2020 que la caída del PIB estadounidense sea de 6.5 por ciento y que la tasa de desempleo llegue a 9.3 por ciento al final del año.
La FED anticipa que la recuperación será lenta, posiblemente en forma de U (muy lenta durante un tiempo inaceptablemente duradero, con un salto posterior), de ahí su decisión de política monetaria de mantener su tasa de referencia cercana a cero (0 - 0.25 por ciento) por largo tiempo y su compromiso de adquirir grandes cantidades de bonos (papeles de deuda gubernamental) para inyectar liquidez a los mercados. Hará todo lo que sea necesario para apoyar la recuperación económica, por el tiempo que se requiera.
La FED no está pensando aumentar su tasa de interés de referencia de corto plazo, más bien planea sostenerla aún a lo largo de 2022, debido a la gran incertidumbre existente respecto al comportamiento de la pandemia y la posibilidad de disponer pronto de vacunas y tratamientos adecuados. Aventurando, es posible que por tres años se esté peleando con el virus.
Aunque a la administración Trump le gustaría que después del rápido descenso en caída libre en el crecimiento económico la recuperación fuera rápida, es decir, en forma de V, tal escenario es cada vez menos probable. El número de contagios es ya de más de dos millones y se espera que el número de muertes sea superior a los doscientos mil.
Adicionalmente, se observa que si bien la expansión del virus está en descenso en el área de Nueva York el proceso de reapertura de actividades económicas ha incentivado un repunte en 21 estados, incluyendo a Texas, Arizona y California. No se descarta una segunda ola de contagios.
No obstante, Steven Mnuchin, Secretario del Departamento del Tesoro, descarta la eventualidad de repetir el cierre de actividades económicas, ya que se conocen sus fuertes impactos económicos negativos. Si bien las tasas a las que se contrae deuda pública son muy bajas, ya existe reticencia, particularmente entre congresistas republicanos, a continuar diseñando programas para canalizar fondos públicos a desempleados y empresas, debido al incremento de la deuda y del déficit públicos.
El virus está todavía en expansión global, con tendencia creciente en muchos países, particularmente en economía emergentes y de menor desarrollo, y no se irá rápidamente; puede regresar en oleadas. Habrá que aprender a convivir con él por un buen rato, de ahí que sea importante definir un horizonte de planeación para su control.
Es ilusorio pensar que se le ha controlado porque se pudo parar la expansión de sus contagios en las fronteras del país propio, aún y cuando se haya alcanzado un alto grado de inmunidad colectiva. Además, la necesidad de restringir la movilidad de personas equivale a mantener deliberadamente frenado el crecimiento de la demanda agregada global.
Aunque Estados Unidos funciona en buena medida como una economía cerrada (autosuficiente), su velocidad de recuperación está condicionada por la recuperación económica global. Buena parte de sus empresas lideran cadenas globales o se insertan en cadenas globales, y dependen de las demandas de otros países. En forma similar, debido a la alta especialización de México en exportaciones hacia Estados Unidos, su velocidad de recuperación dependerá fuertemente del desempeño de la economía estadounidense, esto es especialmente cierto para la industria manufacturera del país.
El gobierno mexicano decidió no prolongar por más tiempo la etapa dos de control de la pandemia de Covid-19 debido al daño que estaba experimentando la economía del país, lo cual se verá reflejado negativamente en diversos datos e indicadores a lo largo y al cierre del segundo trimestre del año. Sin embargo, la decisión de pasar a la etapa tres se está expresando como un aumento en la movilidad social y un incremento en el número de contagios y muertes por coronavirus.
Esa decisión dará margen a la recuperación de las empresas y del empleo, pero tendrá costos en términos de gastos en salud pública y en vidas humanas. En esta etapa la apertura de actividades y empresas está bajo el control de los gobiernos de los estados y las autoridades municipales y requiere de planeación y de una implementación ordenada, así como del ajuste a protocolos severos y a vigilancia. Sin embargo, no está claro que estos niveles de autoridad tengan capacidad de resistencia ante las presiones, y competencias para llevar un proceso ordenado y bien planificado.