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@rodolfodiazf
Los jóvenes son el porvenir de la humanidad, pero el futuro se gesta en el presente, el cual, a su vez, hinca su pedestal en las raíces del pasado.
La juventud suele menospreciar la sabiduría de las canas mientras ensalza la pujanza, desarrollo y progreso de la tecnología y ciencia actual. Sin embargo, conviene tener presente que la historia de la humanidad es una carrera de relevos en la que los participantes entregan la estafeta a otro. El corredor que alcanza la meta lo logra merced al esfuerzo conjunto de él y sus predecesores. Ninguno parte de cero. Sin memoria no hay historia.
El Premio Nobel de Literatura 2008, Jean-Marie Gustave Le Clézio, quien vivió algún tiempo en Michoacán, escribió una carta a su nieta Itzi (agua en lengua purépecha), en la que reconoció los errores de su generación manifestados en esta pandemia: “Vivimos un tiempo de angustia y de alienación que nadie había imaginado vivir en nuestro mundo de perfección técnica y ambición social”.
Durante la Segunda Guerra Mundial, expresó, se vivió un confinamiento diverso: “La diferencia es que sí, ahora estamos en guerra, en una guerra contra nosotros mismos y no contra un enemigo exterior; es una guerra contra nuestras fallas, nuestra indiferencia a la naturaleza, nuestro vanidoso egoísmo”.
Subrayó que el mundo nuevo no surge del azar: “El futuro es tuyo y tendrás 20 años en el 2040 y, si todo pasa bien, conocerás el Siglo 22. Pero somos nosotros quienes estamos construyendo tu porvenir… De verdad, no sé cómo vivirás en estos años del futuro. Nadie puede predecirlo, lo único que puede hacer es imaginar un mundo nuevo, lleno de invenciones y fantasías. Para imaginarlo no necesito fábulas ni ciencia ficción. Necesito memoria”.
¿Reconozco y honro la memoria de mis padres?