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"OPINIÓN"

"Historias breves con Manzanero"

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31/12/2020 09:37

    Martín Moreno

    @_martinmoreno

    SinEmbargo.MX


    -¿Por qué son tan caprichosas las mujeres, maestro…?

    Armando Manzanero dibuja media sonrisa y me observa sorprendido, como expresando: “No me meta usted en aprietos”. Pero no es eso lo que responde. Da un pujidito -¡jum!- y suelta, con su voz inconfundible, trémula y suave, bañada de acento yucateco:

    -Pues mire Martín, no sé… pero yo creo que si no fueran tan caprichosas, no serían tan adorables…

    ¿Quién le rebate? ¡Es Manzanero, carajo! Y punto.

    “Adorables”, dice. Palabra derivada de adoro. Y “Adoro” es, junto con “Somos novios”, las canciones emblemáticas de Manzanero. Acompasadas con “Bésame mucho”, de Consuelito Velázquez, ocupan la cima: son los boleros más importantes del bolerismo mexicano. Nada más.

    “Adorables”, derivado de “adoro”.

    Los genios tienen obsesiones con ciertas palabras. Las llevan a fuego en alma y mente.

    Edgar Allan Poe utilizaba con frecuencia “lúgubre”. Lúgubre su escritura, lúgubre y tormentosa su vida.

    Lennon llevaba “amor” como estandarte: “It’s only love”. “All you need is love”. “Love is real”. Y así.

    Jeff Lyne recurría a la “magia”.

    Juan Gabriel tenía fijación con la palabra “muerte”.

    Y aquí tenemos a Manzanero con su “adoro”.

    “Siete son los grandes compositores mexicanos universales en la historia…”, solía decir en mis programas de radio y en reuniones con amigos. Causaba cierto escozor que, sin llegar a polémica, incomodaba a algunos. Decían que faltaban dos o tres nombres más por incluir. Los hacía desfilar, contando con los dedos de las manos, desgranando sus nombres eternos:

    Agustín Lara… Consuelito Velázquez… Álvaro Carrillo… Roberto Cantoral… José Alfredo Jiménez… Juan Gabriel, y el maestro Manzanero, el único que nos queda vivo… hay que disfrutarlo…

    Pero hoy ha fallecido.

    El último de los SIETE.

    ¡Es Manzanero!


    ****


    Juntos en el camerino, juntos en la bohemia, juntos en una época fascinante, Manzanero, José José y Marco Antonio Muñiz, vocalizan, recuerdan, bromean y se preparan para salir al escenario. Agoniza el Siglo 20. Al piano los acompañará Raúl di Blasio. El Auditorio Nacional lleno hasta el reloj, como dicen en la plaza de toros cuando hay entrada a tope.

    A Manzanero muchos le envidian las canciones que ha compuesto. ¡Y cómo no! No sé si matarían por ellas, pero sí sé que intentarían robárselas. Lo intentó un tipo llamado Sid Wayne que “compuso” su versión de “Somos novios”, en un plagio descarado titulado “It’s Impossible”, grabada por Perry Como en Estados Unidos. Hubo demandas, juicios, amenazas y, finalmente, el maestro yucateco fue reivindicado y reconocido como el verdadero autor de “Somos novios”.

    Igual ocurrió con otro mexicano inmortal: Juventino Rosas, a quien siempre se le regateó ser el padre del bellísimo vals “Sobre las olas”, que se lo adjudicaban a un compositor alemán. También los genios tienen que pelear, en ocasiones, por la desventura de ser eso: genios.

    Pero esa noche en el Auditorio -nocturnal de gigantes-, Manzanero se planta y confiesa ante el público, por vez primera, que hay una canción que le hubiera gustado haber compuesto. Es del maestro Rubén Fuentes y se llama “Sabes una cosa”. Magistral. Sin pudor, Manzanero arenga: ¡Escúchenla ustedes… qué bella canción! Es la que Manzanero quiso componer. No siempre se gana.

    (Los genios también envidian. ¡Por supuesto! ¿O ya se nos olvidó cuando Mario Vargas Llosa dijo que habría dado un brazo con tal de haber escrito Cien años de soledad? Que después noqueara a García Márquez por conflictos personales, familiares, es otra historia).

    Tiempo después, productor de algunos de los discos de Luis Miguel, Manzanero ordena que “Sabes una cosa” -que no iba a ser incluida-, debe entrar entre las elegidas. Manzanero no se equivocó: la canción que siempre quiso componer y que no era de él, fue un hit en voz de Luis Miguel. Una oda al romance cuando un hombre se la dedica a una mujer.

    ¡Es Manzanero!


    *****


    Su primera canción se llamó “Nunca en el mundo”. Era un adolescente con la guitarra colgada de su breve espalda. Sus sueños y su genialidad musical a lontananza. Décadas después lo interpretaría sublime, a dúo con Alex Lora, en su canción ¿Quién da un peso por mis sueños?: “Quién da un peso por mis sueños… Por mi forma millonaria de vivir… Mi riqueza se compone de una flor… Es así como disfruta un soñador…”.

    Millones nos seguimos sorprendiendo con la fantástica versatilidad de Manzanero para escribir canciones. ¿O cómo concebir haber compuesto algo tan chabacano como “Eddy, Eddy” y, durante los mismos años, algo tan sublime como “Adoro”?

    A Manzanero lo han interpretado Elvis Presley, Frank Sinatra, Tony Bennet (la influencia musical más grande de José José, vale decirlo con un guiño al Príncipe), Lucho Gatica.

    ¿Y mexicanos? Prácticamente todos. El maestro lamenta que Luis Miguel ya no le tome llamadas telefónicas. “No sé qué pasa con él… espero que pronto trabajemos juntos de nuevo”, decía a la menor provocación. Luis Miguel le debe a Manzanero su consolidación con los arreglos de los discos “Romance”. Sin Manzanero, no hubieran tenido éxito estratosférico. Y tampoco, sin la guitarra mágica de otro genio que embelesa: Chamín Correa. Ese es el problema que de niños, no se les enseñe a ser agradecidos. Una pena.

    “’Adoro’ tiene... ¡66 versiones en el mundo! Los japoneses todavía cantan ‘Adoro’ o ‘Esta tarde vi llover’… y en coreano o en chino suena muy raro”, confiesa Manzanero. (El País-Fernando Martín-10-X-2000).

    ¡Es Manzanero!


    *****


    ¿Qué provocan las canciones de Armando Manzanero en el corazón de una mujer?

    Hagamos un ejercicio mundano: un hombre enamorado le dedica “Adoro” a la mujer que ama. Si ambos están enamorados y en medio está Manzanero, ella daría una respuesta que solamente una mujer enamorada podría ofrecer:

    “Me dedicas ‘Adoro’ y siento que se me desborda el corazón… quisiera arrancármelo y entregártelo… es una revolución emocional lo que provocas en mí”.

    Es el amor.

    ¡Es Manzanero!


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    El maestro yucateco cumplió 85 años de edad este fatídico 2020. En diciembre, el día 7.

    Manzanero es el último de los SIETE.

    Y me quedo, bohemios del mundo, con una frase que en solamente nueve palabras implica lo que la persona amada llega a significar para la vida de un enamorado. Una sola frase. Una entrega. Una vida:

    “Aprendí que la semana tiene más de siete días…”.

    ¡Es Manzanero!