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Decía Bertrand Russell que la única diferencia entre las bestias y el ser humano es la capacidad de prever. La mayor capacidad de previsión está hoy en la sociedad mexicana.
Qué triste que el Gobierno sea incapaz de prever. Qué importante que la sociedad se adelante. En esta tragedia han surgido un rigor y vigor que hablan de un México potente.
El reclamo a las autoridades sanitarias es por lo que pudieron prever -dado que México tuvo la información de lo que ocurría en otros países- y no hizo. (Ver Oscar David Hernández Carranza, El Economista, 16-4-2020). Cubrebocas, cierre de aeropuertos, bloqueos en ciudades, pruebas, no cancelar actos masivos, suspensión temprana de clases. Por eso una decena de estados de la República se adelantaron a la Federación, Jalisco un ejemplo notable, y lograron -con éxitos diferentes- bajar la curva de incidencia para no saturar los sistemas de salud. La Federación cayó en un terrible e inexplicable retraso. Todos los gobernantes tenían la misma información, algunos la leyeron con rigor y actuaron con vigor. No así la Federación.
Lo mismo está ocurriendo con la adopción de medidas concretas que mitiguen el inevitable golpe económico. Instancias internacionales como el FMI con un sólido documento, (Fiscal Monitor, en el cual se analizan las condiciones de diferentes países para acudir -de acuerdo a sus capacidades fiscales- a la deuda, interna y externa y así inyectar recursos a la economía. Quién lo iba decir, ¡el FMI sugiriendo endeudamientos! ¿Y México? Nada. Las reacciones y propuestas también surgen de la propia sociedad. Canirac, Cámara Nacional de Restaurantes y Alimentos Condimentados, sección Querétaro, que genera 60 mil empleos directos y 120 mil indirectos, lanzó un programa de reservaciones, tarjetas y bonos de regalo, comida a casa y otras medidas para mantener “la flama encendida” y salvar restaurantes. Muy bien.
Grupos de economistas han planteado la posibilidad de hacer llegar recursos de forma directa al eslabón más débil de la cadena: la economía informal. Parten del supuesto de 14 millones de hogares a los que se les allegaría un salario mínimo por tres meses. De la Calle, Madrazo y Mancera llegan por otro camino, cómo es posible que México sólo destine 0.6 por ciento del PIB a estímulos cuando Chile se acerca al 4, Estados Unidos al 10, España al 15 y Alemania al 18 por ciento. Brotan propuestas, rigurosas y vigorosas. Santiago Levy hizo la propia, coincidente con otros planteamientos: prioridad defender los diques frente al desastre, sector salud en primer lugar, seguridad, pero también el imprescindible comercio para la supervivencia, medicinas, alimentos y gas, etc. El sentido común galopa.
Respaldo a pequeñas y medianas empresas genera consenso. Postergar pago de cuotas al IMSS e Infonavit por tres meses también. Coparmex ha hecho varios pronunciamientos, “salario solidario” con porcentajes progresivos de apoyo por parte de gobierno, empresas y trabajadores, es una excelente propuesta, rigurosa y vigorosa. Pero nada ocurre. Por eso Canacintra reclama acuerdos. Las propuestas surgen de todas partes, el Centro de Estudios Educativos y Sociales, (Iván Flores y Miguel Zsékely) demuestra a quiénes impacta más este tipo de crisis y cómo atenuar el golpe. Rigor y vigor.
El CCE también ha estado generando ideas de corte social: donación de despensas a los más vulnerables a través de instituciones como Cemefi, Cáritas y otros colectivos. En el apartado económico proponen apoyos entre privados, adopción de una MiPyME, compras y ventas por adelantado, factoraje ágil y no penalizaciones. Varios expresidentes latinoamericanos (Zedillo, Lagos, Cardoso y Santos) han trazado medidas muy sugerentes.
Llueven propuestas coincidentes, hay un acuerdo tácito y explícito, pero alguien -desde la sociedad- tiene que encabezar. El Gobierno está al garete y México necesita mostrar rumbo. Sabemos los que se viene, debemos prever o resignarnos a la condena de Russell: ¿bestias?