Editorial
Sí, la pandemia del Covid-19 ha sido el punto de preocupación de muchos, pero hay otros problemas que no han dejado de hacerse presente en el País y en Sinaloa, como el de la violencia.
Los grupos delictivos se han apoderado en varias regiones de la seguridad y la violencia ha sido su marca: lo mismo se hacen presentes en Guanajuato que en Jalisco o que en Colima. Y ni qué decir de Sinaloa.
La violencia no se ha ido. Basta ver cómo todos los días se reportan homicidios a lo largo del País y del que Sinaloa no queda exento.
Basta ver también cómo la delincuencia organizada impone su Ley y sobrepasa la capacidad que tiene el Estado para atender las situaciones en que se atenta contra la seguridad pública.
El fin de semana se vio lo que ocurrió en Guanajuato y hoy se está viendo en Tepuche, la sindicatura ubicada al norte de Culiacán. Una masacre que dejó 16 personas muertas que no surgió de la nada. Desde días atrás, ya se estaban manifestando hechos violentos en el que el propio Estado se vio vulnerado.
Y de nuevo, la capacidad del Gobierno para reaccionar y para restablecer la paz ha sido mínima frente a la capacidad que han mostrado los grupos delictivos.
Sí, importa saber quiénes están detrás de esos hechos violentos que atentan contra la paz y la tranquilidad de las familias. Pero también importa saber porqué el Estado no ha sido capaz de reaccionar y frenar esa ola violenta.
Las familias de la región han empezado a abandonar sus poblados y hasta ahora, no se han visto acciones concretas que garanticen para quienes deciden quedarse en sus hogares, que estarán en un lugar seguro.
Hace falta Estado, que cumpla con una de sus responsabilidades que es la de garantizar la paz y la seguridad de la población.
Hace falta Estado, que sea capaz de procurar que haya justicia y que se aplique la Ley para quienes se encuentran delinquiendo y atentando contra la vida de los demás.
Hace falta Estado, con la capacidad de enfrentar a la delincuencia organizada.
Hace falta Estado.