Bienvenido 2021 a cómo venga. Con todos los sueños y temores. Con el Covid-19 o sin él. Con la salud y la enfermedad. Con la vida y con la muerte. Hay algo más allá de nuestras fuerzas que será si tiene que serlo.
Revisando mis textos de años pasados, me encontré con el de “Fluir para vivir”, publicado en estas páginas en octubre de 2017. Me pareció tan adecuado para volverlo a compartir con algunas nuevas ideas, porque fluir es algo que necesitamos hacer este nuevo año en el que aun la pandemia sigue fuerte. Así que les invito a leer.
Quiero aprender a fluir. Fluir es que algo se desarrolle sin dificultad, es que las ideas broten con facilidad y abundancia de la mente, o los sentimientos del corazón, es permitir que las cosas que suceden y no podemos cambiar, sigan su curso natural sin querer negarlas o dominarlas.
Cuando fluyo me siento en toda mi inmensidad, sin edad y sin temores, como si fuera por una carretera para mí sola, sorteando los obstáculos con gran facilidad y, sobre todo, con seguridad, con la certeza de que puedo.
Sin embargo, hay días en que parece que no sé hacerlo, es como si no conociera esa carretera y tuviera miedo recorrerla. Entonces me doy cuenta de que no estoy fluyendo, de que en ese momento, mi seguridad y mi certeza se han escondido pero continúo, no me detengo aunque sienta mis piernas como si estuvieran caminando en una alberca: pesadas.
Sigo en movimiento porque sé que de un momento a otro, sin darme cuenta, empezaré a fluir de nuevo. Sólo necesito paciencia, fe y movimiento, descansando para retomar energías. Primordial, la respiración profunda.
Fluir es todo un arte. No cualquiera lo domina. Yo soy una aprendiz. Porque una cosa es que las cosas fluyan a que una fluya, ¿me explico? Cuando las cosas uno fluye con las cosas, la vida es más, ligera pero cuando las cosas parecen estancarse, se vuelve más complicado.
Y siempre seguiré siendo una aprendiz, porque quiero poder fluir aun cuando siento que las cosas no fluyen como yo quisiera. ¿Qué necesito hacer? Darme cuenta de qué está sucediendo. Revisar qué me corresponde a mí y que le corresponde a la otra persona o situación. El siguiente paso es algo difícil: aceptar. Aceptar las condiciones o las circunstancias se puede convertir en algo sanador, ¡qué descanso! Y entonces, como lo decía Víctor Frankl, “si no puedes cambiar una situación, cambia tu actitud ante esa situación”, la mejor sugerencia para fluir.
Así nos está pasando con esta pandemia desde hace prácticamente un año. No ha podido ser controlarla aun y tampoco la gente, en la gran mayoría del tiempo, ha podido controlarse a sí misma para bajar los contagios. Ha sido una de las dificultades más grandes a la que no hemos enfrentado.
Para aprender a fluir, necesito practicar todos los días, con una actitud positiva, disfrutando del paisaje de la vida. Y cuando ese fluir inunda mi interior, las cosas se acomodan, porque empiezan a fluir de nuevo. Así es la vida, un constante aprendizaje, del cual estoy dispuesta a seguir aprendiendo cada día. Por cierto, mientras escribía este texto, sentí que mi alma fluía, o sea, me sentí en toda mi intensidad.
Para reflexionar: ¿Cómo me siento cuando fluyo? zamudioangelina@yahoo.com.mx