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"TIERRA NUESTRA"

"Flexibilización monetaria"

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TIERRA NUESTRA

    La Junta de Gobierno del Banco de México decidió bajar su tasa de referencia a 4.5 por ciento la semana pasada, desde un nivel de 5 por ciento. En esta ocasión el consenso no fue unánime, ya que uno de sus miembros propuso que el recorte fuera de 0.25 por ciento. Analistas financieros anticipaban esa decisión, ante el desempeño de la economía nacional y la necesidad de estimular su recuperación.

    Ahora la interrogante es si el Banco Central continuará flexibilizando su política monetaria, dado un escenario de posible mayor inflación. Inegi reporta una inflación de 3.62 por ciento en julio, que todavía está dentro de su margen superior de objetivo de inflación. Sin embargo, como existe una inclinación al alza hay quien señala que ya está agotado el espacio para un mayor descenso (Moody’s Analytica); también hay quien considera que la tasa puede ser llevada hasta 3.75 por ciento en 2021 (Goldman Sachs).

    El descenso sería el octavo consecutivo, partiendo de una tasa de 8.5 por ciento, y el sexto en respuesta a la pandemia en lo que va de 2020. En reacción inmediata, el peso se apreció, y se espera que el tipo de cambio se mantenga en un rango de 22 - 22.5 pesos por dólar (MetAnálisis). El descenso de la tasa alienta la recuperación de la economía (cuya caída se estima sea del 9.9 por ciento en el año corriente), y crea un ambiente más favorable para el desempeño del sector privado.

    En una situación normal, la baja de la tasa de interés de referencia debiera inducir que el peso se depreciara, pues implica una disminución del rendimiento que se paga a inversionistas del exterior, los cuales se moverían hacia donde los premios fueran más atractivos. Pero como todavía estamos inmersos en una situación de evasión al riesgo y en un ambiente de alta incertidumbre, el rendimiento ofrecido no es suficiente en sí mismo para una decisión de inversión.

    La baja tiene como propósito mover hacia terreno positivo las expectativas de recuperación de la economía. La apreciación del peso sugiere mayor optimismo. Incluso la disminución es más relevante que un repunte de la inflación en lo que resta del año.

    Por otra parte, la evolución del tipo de cambio no solamente se ve afectada por la tasa ofrecida al capital externo, sino también por las remesas, el comportamiento del comercio de bienes y servicios y los requerimientos de divisas de la economía nacional.

    La expectativa de caída drástica en el nivel de remesas no se cumplió, y éstas continúan aumentando; la recuperación de los precios del petróleo ha dado mayor viabilidad a Pemex y mejorado la captación de dólares; y la balanza comercial con Estados Unidos está mejorando, al ritmo de la recuperación de la economía estadounidense. Se espera, incluso, una mejoría en el déficit de cuenta corriente.

    Actualmente, el país registra un elevado nivel de reservas, mientras mantiene abiertas las líneas de acceso a dólares con el Fondo Monetario Internacional y la Reserva Federal de Estados Unidos, que no pasan por los mercados financieros privados y su evaluación de riesgo.

    Si bien la situación fiscal de México ha empeorado, por el efecto de la pandemia sobre la dinámica del PIB, la decisión de no contraer préstamos más allá de lo autorizado por el Congreso para 2020 implica que no se está creando una demanda adicional de dólares, no prevista. Si bien el servicio de la deuda ha aumentado no representa una presión que no pudieran ser manejadas a corto plazo.

    El precio de la divisa se ve afectado tanto por la demanda de dólares que enfrente la economía nacional, proveniente de los sectores público y privado, como por la oferta proveniente del exterior de distintas fuentes. Es posible que predominen las presiones hacia una apreciación del peso en los siguientes meses.

    La depreciación del peso induce mayor competitividad del aparato productivo mexicano y fomenta las exportaciones, pero encarece las importaciones en los mercados domésticos; también tiene el efecto de elevar el costo del servicio de la deuda, sea pública o privada. Precios de las importaciones más elevados generan presiones inflacionarias, dado que el aparato productivo es altamente dependiente de insumos y productos de otros países.

    En las circunstancias actuales, una apreciación del peso mejora la situación de quienes tienen deudas en dólares y facilita la recuperación de la economía, pues la apreciación baja el costo de los pagos en dólares y ejerce presión hacia la baja en la inflación. Menores presiones inflacionarias dejan mayor espacio para el descenso de la tasa de interés de referencia del Banco de México.

    El repunte de la inflación que se observa claramente en julio está asociado en general a la depreciación del peso, al encarecer insumos y productos importados, aunque no exclusivamente. En el mismo sentido han influido la recuperación del precio de los energéticos, dado su impacto sobre el conjunto de precios de la economía, así como a la interrupción de las cadenas de suministro, lo cual se ha visto reflejado en escasez de productos.

    No se está en una situación normal. La inflación no se debe ni al exceso de liquidez en la economía ni a una política fiscal expansiva.