Platón decía que, para suplir a los dioses negligentes que antes se encargaban del rebaño de la humanidad, hacían falta humanos con ideas republicanas que tomaran riesgos.
Alguna vez planteó darle el poder a los médicos, aunque también reconociendo que eso sería renunciar a la República.
López Gatell es todo un ministro de información de otro tiempo, muy bueno para aplicar el silogismo en sus respuestas. Maneja hasta el punto y coma verbal como los políticos de hace treinta años.
El espectáculo de una ciudadanía que se contradice, ante unos dirigentes que también lo hacen, hace que nos preguntemos si la claudicación de la sociedad crítica es una situación que el miedo a la Pandemia logrará consolidar.
El concepto de la cada vez nueva normalidad suena como la segunda venida de Cristo, pero, siendo nosotros los culpables del mal, nos esperan limitaciones de movimiento, en vez del dolor y crujir de dientes que, de todos modos, hemos sentido algunos.
El coma inducido de la sociedad global es un nuevo umbral, quizá un portal a otra dimensión personal estática. Nadie es el mismo después de sumergirse en el mismo río porque todos cambiamos, aunque sea un río que no se mueve.
La corriente de histeria que recorre a la sociedad global quizás sólo es semejante a la sensación de inseguridad -anterior, interna y posterior- de la Segunda Guerra Mundial.
La diferencia es que el prisma sobre información y la hiper conectividad no ayudan a mejorar el diálogo interior o colectivo.
Parece ser que la Primera Guerra Mundial estalló por la sobre información de algunos medios europeos. (No estoy culpando a los medios de la desgracia, sino de una época en que todos ellos en el viejo continente estaban controlados por las casas gobernantes).
Otro detalle es que hoy las sociedades rebeldes, envueltas en sus protestas y cruzadas propias, de repente se vieron obligadas a obedecer al listado gobernante de la definición de lo que es malo y autoritario, y de paso causante de ese mal patriarcal que nos invadía todos.
Pero, caray, ¿ha habido algún momento de la humanidad en que las sociedades fueron perfectas? ¿alguien sabe de un país que hoy esté contento por el manejo de la pandemia que hace su gobierno?
A diferencia de temas como derechos civiles, derechos humanos y cuestiones de género, el arbitraje de esa cuestión sanitaria no puede estar definitivamente la ciudadanía siempre del lado de los buenos.
Una gran parte de la sociedad crítica es enemiga las vacunas y es capaz de creerle a un meme bien diseñado, el equivalente moderno al iluminado o que grita en la plaza y nos invita a quemar las esculturas de Giberthi o Miguel Ángel Bounarroti.
Pero tampoco tenemos la obligación y la inacción de creerle todo a un gobierno. Cualquier gobierno.
La sociedad dividida del futuro ya está aquí... Los niños están pasando demasiado tiempo con nosotros, sus aterrorizados e híper conectados padres.
Me recuerda una propuesta de Abel Quezada en la que decía que la única forma de mejorar este país era separar a los niños de sus padres durante toda la infancia, colocando un corralito inmenso en algún lugar en el norte de la República, donde los padres pudieran ir a ver a los niños desde lejos una vez a la semana.
Sinceramente no lo creo. Algo positivo surgirá de esta emergencia sanitaria... porque así le llaman ahora en Europa a la Pandemia, que mi corrector automático insiste en escribir siempre con mayúscula. ¿Por qué será?