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"Opinión"

"Exhalamos violencia inhalamos sus consecuencias"

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    @blankapola

    Sinembargo.MX

    Ixtlahuacán de los Membrillos es el nombre de pueblo donde la brutalidad policiaca mató a Giovanni por no usar cubrebocas, sí, por más increíble que se lea, a esta persona la detuvieron por no llevar cubrebocas y lo comenzaron a golpear, lo llevaron arrestado y no fue hasta el próximo día que apareció en un hospital de la comunidad con un balazo en la pierna y golpes en todo el cuerpo, ya estaba muerto cuando su familia lo encontró, las autoridades dicen que era delincuente, pero, ¿quién puede saber? Si en miles de ocasiones cuando los policías o militares asesinan inocentes sabemos que les siembran cosas y no pasa nada, como a los dos estudiantes del Tec en Monterrey, que después de matarlos dijeron que venían armados hasta los dientes.

    El asesinato de Giovanni género indignación en la población mexicana que ya traía consigo la inercia de una semana de las protestas en Estados Unidos por el asesinato de George Floyd, un hombre negro que fue detenido y sujetado en el piso con una rodilla en su cuello sin que pudiera respirar durante 8 minutos, hasta que murió, el asesino: un policía en Mineápolis con otros tres policías cómplices que no hicieron nada, y esto se transmitió en vivo.

    La violencia genera violencia sin duda alguna. A raíz del asesinato de Giovanni se generaron protestas en Guadalajara, como siempre, las protestas civiles van acompañadas de grupos de choque que buscan generar violencia, creo que no buscaban quemar a alguien vivo, pero así pasó, una persona prendió fuego a uno de los policías, éste policía no murió y hoy está estable, pero el intento de asesinato no puede borrarse solo porque no murió. Hago una pausa aquí sólo para señalar que toda esta protesta y la lamentable acción del intento de asesinato, de prender a alguien vivo, no ha tenido ni la cuarta parte de indignación en redes sociales o en medios que cuando a las mujeres se nos ocurre pintar monumentos porque nos matan a diario sin que el Gobierno haga nada, pero este es tema de otro día.

    ¿En realidad somos tan violentos? Desafortunadamente creo que la respuesta es innegablemente un SÍ en mayúsculas, subrayado y con acento, como lo estoy poniendo aquí. Ayer veía un vídeo en donde un grupo de personas prendía fuego hasta su muerte a un hombre mayor en Guatemala, ellos creyeron que tenían el derecho de acabar con su vida de esta manera porque alguien dijo que era un brujo, sí, en pleno Siglo 21, este grupo de personas son cristianos que no permiten en su pueblo que alguien practique algo más que sus propias creencias, la verdad es que la persona asesinada era un médico maya que aportaba sus conocimientos a diferentes universidades del mundo en el estudio de este tipo de conocimientos, eso le costó morir de una de la maneras más terribles, sin embargo a pesar de lo horrible de esta muerte alguien quiso grabarlo en video y subirlo a las redes, ¿acaso esto ya es tan normal que puede ser considerado entretenimiento? Aunque el video sirve para pedir justicia dudo que la persona que lo grabó haya pensado en hacerlo para eso.

    ¿Es la violencia una característica inherente al humano? Hace unos días también un Padre católico mató a machetazos a un perro porque este le ladró cuando iba caminando junto a él, un “Padre” debería representar la bondad del hombre. ¿No?

    Estamos esperando que los humanos nos comportemos con respeto hacia otros humanos, como si esto fuera posible, pero si como especie no podemos respetar ni siquiera a los seres más indefensos que son los animales, ¿cómo podemos pedir respeto para nosotros mismos?

    La semana pasada, en India, un agricultor tomó una piña la llenó de explosivos y se la dio a comer a una elefanta que estaba embarazada, ella vagó por tres días hasta que no pudo más y murió dentro de un río donde buscó el alivio del agua fresca en su mandíbula destrozada. Cuánta traición y violencia en esta última historia parecería el resumen del comportamiento de los humanos, cuando empecemos a darnos cuenta de lo devastadores que somos con todo lo que nos rodea, tal vez y solo tal vez nos empecemos a tratar mejor a nosotros mismos.