Arturo Santamaría Gómez
Mariano Gómez Aguirre, ombudsman de la Confederación Patronal de la República Mexicana, declaró el pasado jueves 24 a Noroeste que “…como es muy importante para nosotros que este país se ponga de acuerdo porque está muy polarizado, y en este caso esta unión de partidos, junto a la sociedad civil vamos a darle por delante”.
La sintaxis del señor Gómez Aguirre es muy confusa porque evidentemente tiene en mente una idea pero declara otra. Él dice que México está muy polarizado porque no se pone de acuerdo y pone como ejemplo “esta unión de partidos”, cuando tiene en mente decir otra cosa: que con la alianza de PRI-PAN-PRD y el apoyo de Coparmex se busca evitar dicha polarización. Pero al margen de una sintaxis nada clara, lo cierto es que cuando tres partidos más una organización empresarial se unen no se limita la polarización sino se profundiza porque reduce las opciones electorales. Los votantes no tendrán más que dos alternativas electorales con posibilidades de ganar: la encabezada por Morena, por un lado, y por otro, la abanderada por el PRI.
En descargo del señor Gómez podemos también interpretar que él quiere decir que, al margen del polo electoral que proponen PRI-PAN-PRD, los que polarizan a la sociedad son los morenistas y que por lo tanto habrá que apoyar a los que supone la Coparmex, o al menos él, que no polarizan.
El debate acerca de la polarización en México está muy extendido y se adjudica principalmente a las políticas que ha impulsado la 4T desde Palacio Nacional, pero también al estilo discursivo de Andrés Manuel López Obrador, el cual sin duda es rijoso y provocador. No obstante, la respuesta de los hoy gobernantes es que es muy cierto que la polarización existe, pero antes que en el discurso reside en la distribución del ingreso, la cual es profundamente desigual y resultado de las políticas que impulsaron PRI y PAN entre 1982 y 2018, y lo que están haciendo ellos es combatir esa polarización económica y social.
Al margen de que la polarización social, discursiva y política es real, lo cierto es que los partidos la están extremando, al grado de que, por lo menos en Sinaloa, se temen mutuamente.
Juan Carlos Estrada Vega, dirigente estatal del PAN, declaró el mismo 24 de diciembre que “los morenistas tienen mucho temor de que nosotros ya unidos les quitemos lo que ellos lograron a base de falsas promesas y hoy están a punto de perder”.
Es muy probable que en Sinaloa los morenistas, al margen de quien sea se candidato a la gubernatura, vean una competencia muy reñida para el 2021 y por eso también busquen alianzas; pero es más que obvio que los tricolores, los albiazules y los amarillos se unen porque saben que solo de esa manera son una opción electoral real. Es decir, ambos polos electorales se temen.
Y bueno, como siempre, los dirigentes partidarios dicen representar las exigencias del conjunto de la sociedad- como si esta fuera homogénea- y por eso se unen, en este caso, PRI-PAN-PRD, para enfrentar a Morena.
Muy seguramente diferentes organismos empresariales y sociales, así como individuos, les han pedido a los partidos mencionados que se unan para confrontar a la 4T; pero a la vez, otros sectores de la sociedad, más plebeyos que otra cosa, le piden a Morena que vuelva a ganarles a esas fórmulas partidarias. Es decir, nadie, ningún partido, ningún candidato, puede adjudicarse la tesis de que representan los intereses del conjunto de la sociedad.
Y precisamente porque la sociedad es muy diversa, se crean los partidos con diferentes propuestas e intereses, máxime cuando la sociedad está socialmente polarizada, como lo es el México contemporáneo.
Morena no ha definido su candidato o candidata a la gubernatura, lo que será clave para definir el resto de las candidaturas, ni la coalición PRI-PAN-PRD lo ha hecho. No obstante, fuentes bien informadas nos dicen que estos tres partidos no hubiesen llegado a un acuerdo sin saber quien será el candidato a gobernador. Es decir, lo más probable es que sus dirigentes ya lo sepan y sea una sorpresa, un caballo negro, por supuesto del establo de Quirino Ordaz.