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La denigración y el estigma son reacciones comunes durante cualquier crisis social y la pandemia de coronavirus no es la excepción.
Las personas somos juzgadas por nuestras acciones. Los -enfermos de Covid-19 usualmente son estigmatizados con el término “covidiota” y adicionalmente, algunos de ellos también sufren crímenes de odio, discriminación, y la pérdida de su sustento (trabajo).
El estigma y la humillación (“shaming”, para aquellos más “modernos”) están asociados con condiciones que la mayoría de la gente teme o no comprende (como las enfermedades mentales) o circunstancias que son consideradas prevenibles (obesidad, enfermedades de transmisión sexual, etc.) como la Covid-19.
El estigma genera una mentalidad de “buenos vs malos” y perpetua la inverosímil idea de que “cosas buenas le pasan a la gente buena y cosas malas le pasan a la gente mala”.
Aunque la humillación a veces se siente como la manera más eficiente de alterar la conducta de una persona, realmente no lo es y en la mayoría de los casos resulta contraproducente. Esto se ha observado con otras epidemias, particularmente la de VIH.
Aunque el sida y la Covid-19 son enfermedades distintas, ambas están sujetas al estigma. El estigma relacionado con el VIH está conexo al placer sexual, mientras que el coronavirus está relacionado con el placer social. Cuando estas conductas son estigmatizadas, el mensaje se convierte en “eres una mala persona si haces esto”. Este estigma crea una gran barrera para las acciones de salud pública.
Como lo hemos observado con el VIH y el coronavirus, el estigma ocasiona que la gente se vuelva más renuente a revelar su condición a los profesionales de la salud (médicos, epidemiólogos, etc.). Esto genera muchos problemas, particularmente en el diagnóstico y tratamiento oportuno de la enfermedad (sida y Covid-19, respectivamente).
El diagnóstico es una herramienta imprescindible que nos ayuda a controlar la transmisión de enfermedades. Si las personas sienten el peso de la humillación y el estigma al recurrir a estas estrategias, nuestro sistema de salud es quien sale perdiendo.
Por esta razón, ha resultado imposible precisar el número exacto de contagiados de coronavirus. Además, muchos de estos contagiados dilatan en tomar medidas para atender su condición por temor a ser tachados de “covidiotas”.
Aunque las personas se contagian de coronavirus por no cumplir con las medidas de distanciamiento e higiene, nadie sale de su casa con la intención de contagiarse de coronavirus. Muchos de los contagios suceden porque las necesidades de las personas no están siendo atendidas (como las necesidades económicas) o porque dichas personas no tienen acceso a información clara y confiable.
Los humanos somo criaturas sociales y las restricciones durante esta pandemia han enfatizado nuestra necesidad de interactuar con las personas que queremos.
La gran mayoría de nosotros hemos pecado de covidiota en algún momento (unos más que otros), pero en lugar de humillar a los demás por sus acciones, la empatía y la información son estrategias más efectivas.