Editorial
A unos días de que el mundo llegue al medio millón de muertos por el Covid-19, el número de contagios continúa acelerando, mientras decenas de países, entre ellos México, se alista para regresar a una “nueva normalidad”, sin haber conseguido controlar la pandemia.
Los memes, esos arrebatos hilarantes que a veces reflejan la realidad, resumen lo que está pasando en el mundo al asegurar que estamos entrando a la última fase de la pandemia: la de sálvese quien pueda.
En un recorrido por el mundo basta observar lo que ocurre en países como Estados Unidos y Brasil, donde el virus campea a sus anchas, matando a miles de personas, sin que nadie sea capaz de detenerlo.
Suecia, un caso especial, decidió no hacer cuarentena en el momento que se registraron los primeros contagios entre su población y en este momento está pagando la temeridad de su decisión: es el segundo país europeo en número de contagios por número de habitantes.
Y aunque pocos hablan de ello, después de América, África podría convertirse en el próximo epicentro de los contagios, y con sistemas de salud muy frágiles, la receta para el desastre amenaza con escalar niveles insospechados.
En México, nos hemos ido acostumbrando a enfrentar la pandemia con medias verdades, escasas pruebas y una estrategia sazonada con buenas esperanzas, pero en resumen hemos politizado al virus.
Los políticos, en lugar de los especialistas son los que operan la estrategia diseñada en nuestro País, pensando más en los efectos electorales, en las promesas pasadas y en los proyectos políticos que en el bienestar de la población.
El problema es que ya estamos en un punto de no retorno, con las ciudades abriendo sus negocios y la gente regresando a las calles, en el momento en que el virus acelera, listo para contagiar a miles de personas.