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"Opinión"

"El viejo dilema del federalismo y el centralismo"

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    jesusrojasriver@gmail.com

    Hay dos formas de entender el federalismo, la primera como ideología, como forma de estructurar el pensamiento político, en ese sentido, se es federalista como se puede ser socialista, liberalista, conservador, centralista o anarquista, etc. La segunda es sobre las características o formas del Estado, particularmente en la naturaleza de su administración pública o régimen interior de gobierno. El federalismo aboga por la soberanía de los estados sujetos por libre derecho a un pacto federal con ciertas características, de esto en el mundo hay una infinidad de variantes en las naciones federadas.

    El centralismo, apuesta por un poder político centralizado, concentrado y unificado, encabezado por el titular del Ejecutivo o el Jefe del Estado en cualquiera de sus formas. En su régimen administrativo faculta al poder central a tomar decisiones en las regiones, provincias o demarcaciones. En México este debate no es nuevo, tiene siglos y me gustaría compartir con ustedes algunas reflexiones oportunas ante el debate actual de los 10 gobernadores “federalistas” enfrentados contra el Presidente “centralista”.

    Para hablar de federalismo debemos regresar a las postrimerías del México provincial o los inicios del México independiente, en los difíciles años que siguieron a la emancipación española. De 1821 a 1824, cuando la discusión pública nacional estaba en el régimen interior que adoptaría la “nueva soberanía”. Dos bandos ideológicos enfrentados, centralistas y federalistas o imperialistas y republicanos.

    Cuenta el doctor Luis Medina Peña, del CIDE, que en 1823 las élites provincianas ejercieron presión sobre la pretensión centralista de Agustín de Iturbide, quien entró en una tensión política “centro-periferia”, es decir, que algunas provincias no reconocían el poder del Imperio recién constituido y llamaban a la abdicación del Emperador y la instauración de la República. Para entonces y previo a la Constitución de 1824 estaban ratificadas 23 diputaciones provinciales con representación de las élites locales, es decir, se daba el primer paso en el federalismo mexicano, por la autonomía relativa que los representantes de Chiapas, Chihuahua, Nuevo León, Jalisco, Texas, Nuevo Santander, Oaxaca, Puebla, etc. Tendrían para defender los intereses locales o regionales en el pacto constituyente de 1924, pila bautismal del federalismo mexicano.

    El 4 de octubre de 1924 se promulgó la Constitución y en ella, la República reconocía a 19 estados y 5 territorios y la sede de los poderes de la Unión. Cada uno de los estados federados estaban facultados de plena autonomía para la elección de su gobierno local y su Congreso, nace en la idea de insignes juristas como Valentín Gómez Farías, Carlos María de Bustamante, Miguel Ramos Arizpe y Lorenzo de Zavala el principio de la división tripartita del poder.
    Pasados los años, los debates entre la forma de gobierno siguieron en el segundo imperio, las guerras de Reforma, el porfiriato y la Constitución de 1917. El mismo postulado que tenemos hoy, con 10 gobernadores que “replantean” al menos en la relación tributaria “el pacto federal” entre las entidades y el gobierno de Andrés Manuel.

    La “Alianza Federalista” incluye a los gobernadores Martín Orozco, de Aguascalientes (PAN); Javier Corral, de Chihuahua (PAN); Miguel Ángel Riquelme, de Coahuila (PRI); Ignacio Peralta, de Colima (PRI); José Rosas Aispuro, de Durango (PAN); Enrique Alfaro, de Jalisco (MC); Diego Sinhue Rodríguez, de Guanajuato (PAN); Silvano Aureoles, de Michoacán (PRD); Jaime Rodríguez, de Nuevo León (Independiente); y Francisco Cabeza de Vaca; de Tamaulipas (PAN); quienes hacen un llamado a la revisión de la carga tributación y la distribución de los recursos públicos.

    Un frente común de gobernadores que exigen un diálogo con el Gobierno federal para llegar acuerdo necesarios y urgentes en el replanteamiento del “Nuevo Federalismo”. De ninguna manera se puede ver como un acto separatista, queda claro que el llamado no es a la ruptura del Pacto Federal, porque eso además de imposible sería una locura. Pero sí es un llamado al diálogo, al debate plural y abierto entre los gobernadores y el Presidente que mucha falta hace a nuestro País en estos momentos en donde una sola voz se escucha. Luego le seguimos…