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Sé que el “si no hubiese” no existe, pero:
Si no hubiesen cancelado el aeropuerto de Texcoco y mejor lo hubiesen limpiado de las presuntas corruptelas, tendríamos la prueba fehaciente de un Presidente que va contra la corrupción, estaríamos cerca de tener un aeropuerto para los próximos 50 años, los empresarios sabrían que los contratos se respetan y, también, que ahora las cosas se hacen de manera distinta. Tendríamos también 75 mil millones que se gastaron sólo para cancelar contratos. Una cantidad prácticamente igual al presupuesto destinado al rubro que la SHCP clasifica bajo el rubro “gobierno austero y sin corrupción” (PEF-2020).
Si no se hubiesen empeñado en la construcción de Santa Lucía, que costará 92 mil millones de pesos, en lugar de 3 millones de “créditos a la palabra” por 25 mil pesos cada uno podrían haberse otorgado 6.6 millones de estos créditos.
Si en diciembre de 2018 no hubiesen suspendido las subastas de electricidad de largo plazo en el 2019, México habría atraído, cuando menos, 2 mil 396 millones de dólares en inversión que fue lo que produjo la tercera y última subasta anunciada en diciembre de 2017.
Si no se hubiesen suspendidos las rondas petroleras -la última de las cuales data de marzo de 2018- hubiese habido 24 mil millones de dólares ya descontando el factor de riesgo. Para dimensionar el monto de las inversiones perdidas, estos 24 mil millones de dólares equivaldrían a mantener por más de 20 años el programa Jóvenes Construyendo el Futuro de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social o a sostener por 3.6 años el presupuesto de la Secretaría de Salud, previsto para 2020 (Pulso Energético).
Si no hubiesen cancelado la planta de Constellation Brands, la compañía cervecera responsable del 68 por ciento de las exportaciones en México y que llevaba 65 por ciento de avance, no se hubiesen tirado a la basura mil 400 millones de dólares en inversión y 750 empleos permanentes.
Si no se hubiesen empecinado en la construcción de la refinería de Dos Bocas en un contexto en el que nadie invierte en ese tipo de proyectos, el Gobierno dispondría de 192 mil millones de pesos adicionales que serían equivalentes a 1.5 veces el presupuesto para adultos mayores durante el 2020.
Si no se hubiesen obstinado en inyectar dinero a Pemex por 156 mil millones de pesos tan sólo en 2020 y en lugar de eso hubiesen mantenido las rondas petroleras, México tendría más de 575 mil millones de pesos de inversión asegurada en el sector energético para los próximos años.
Si los 146 mil millones que planean dedicar al Tren Maya fueran suprimidos, se tendría más del doble de recursos que los destinados a todas las acciones de apoyo al campo reportados en el PEF 2020 (71.69 mil millones de pesos).
Si no hubiesen cambiado una política social de apoyo para 9 mil 399 estancias infantiles y 327 mil 824 niños y niñas (Coneval) por una ayuda de 800 pesos mensuales, mejorarían notablemente las condiciones de acceso y permanencia en el mercado laboral de las madres, padres solos y tutores que trabajan, buscan empleo o estudian.
Si no hubiesen ideado una absurda Ley de Austeridad Republicana y una Ley de Salarios Máximos, el sector público no hubiese perdido a una buena cantidad de personal de carrera, con experiencia y conocimiento. Si no se hubiese contratado a puro incondicional incapaz de decir NO, México tendría políticas públicas más sólidas.
Si no hubiera negado y vilipendiado el movimiento de las mujeres, tendría a la mitad de la población a su favor.
Si no hubiesen ignorado a Sicilia y a los Le Barón, los colectivos de derechos humanos estarían apoyando al Gobierno en uno de los problemas que más lastima a la población.
Si no hubiesen impuesto a Rosario Piedra, la CNDH seguiría sería siendo la principal institución imponiendo acciones de inconstitucionalidad para frenar la arbitrariedad de las autoridades.
Si no hubiesen negado durante semanas el peligro del coronavirus hoy estaríamos mejor preparados para enfrentar la pandemia.
Si no hubiesen destruido por decreto el Seguro Popular e improvisado al INSABI hoy estaríamos mejor preparados para la emergencia.
Al final, y antes del coronavirus, si el Presidente no hubiera dilapidado su legitimidad, capital político y sobre todo su poder, no estaríamos como estamos: sin crecimiento, con la inversión y la tasa de crecimiento del empleo disminuidos, con las bajas en la calificación de la economía y de Pemex y una ciudadanía polarizados. Su popularidad tampoco habría caído por debajo del 53 por ciento que votó por él. El primero los pobres sería más creíble.