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"Opinión"

"El proceso de despoblamiento forzado en Sinaloa"

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ENTRE COLUMNAS

    De la vulnerabilidad a la re victimización

    Para empezar habrá que decir que el término de “desplazados” es peyorativo, como si se tratara sólo de objetos que se mueven de un lado a otro. Estamos hablando de personas con nombre e historias de vida: son padres, madres, hijos, hijas, hermanos y hermanas, que dejan atrás sus costumbres, sus muchas o pocas propiedades, dejan también atrás a sus muertos y su tranquilidad. Por eso me referiré al fenómeno como Despoblamiento Forzado (en lo sucesivo DF) y, luego, a sus participantes como “Migrantes Internos Forzados” (en adelante solo MIF).
    La Organización Internacional para las Migraciones define al fenómeno como “el movimiento de personas que se han visto forzadas u obligadas a escapar o huir de su hogar o de su lugar de residencia habitual, en particular como resultado de los efectos de un conflicto armado, de situaciones de violencia generalizada, de violaciones de los derechos humanos o de catástrofes naturales o provocadas por el ser humano, o bien para evitar dichos efectos”.
    En México, la Comisión Nacional de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos afirma que el DF en México ha sido tanto un recurso reactivo como preventivo. Los MIF huyen de sus hogares de residencia habitual, ya sea como consecuencia de actos criminales y violaciones de derechos humanos cometidos en su contra o de su familia, o bien, como consecuencia del temor fundado de ser víctimas en un clima generalizado de inseguridad.
    En general, las víctimas del DF son campesinos, personas que se mantienen por medio de una economía de subsistencia, activistas y defensores de derechos humanos, pequeños propietarios de negocios, empresarios, políticos, funcionarios, y periodistas. Al mismo tiempo, el despoblamiento interno también puede tomar distintas formas; puede ocurrir de manera masiva o individual y/o repentina o gradual. Según este organismo (CNDPDH), los estados con más casos documentados son Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Sinaloa.
    A diferencia de las desapariciones, el DF ha sido más estudiado desde las Ciencias Sociales en nuestra entidad. Los investigadores que puedo destacar aquí, cuya obra conozco de cerca son: Roberto López, Sibely Cañedo, Juan Manuel Mendoza, Carlos Emilio Ibarra, Arturo Lizárraga, Salomón Cárdenas y David Arámburo.
    Con base en sus trabajos me permito establecer aquí un modelo de cómo se da el proceso en Sinaloa.

    Origen y Causas
    Para el caso sinaloense, las principales causas recientes han sido los conflictos entre grupos del crimen organizado por el control del territorio para cultivo y trasiego de drogas. Sin embargo, también han existido DF por parte del Estado, como es el caso de construcción de mega obras como la Presa Picachos, cuya construcción expulsó alrededor de 800 familias. La mayoría de los antiguos habitantes de la zona se dedicaban a la ganadería, a la agricultura y al comercio con comunidades aledañas. Las tierras bajas junto a los arroyos, las mejores para la siembra, quedaron bajo el agua (Cañedo y Mendoza 2017).
    Otro caso de DF por parte del Estado es el que se ha dado durante el combate frontal al narcotráfico, como el provocado por la Operación Cóndor en la segunda mitad de la década de los 70, expulsando a cientos o miles de personas de los municipios serranos. O la llamada guerra contra el narco del Gobierno de Felipe Calderón en el segundo lustro del siglo XXI.
    Hoy, para el caso de Sinaloa y otros estados, hay quienes proponen la hipótesis de que el despoblamiento está ligado a la explotación de la minería y otros recursos naturales. Se trata, pues, de población rural: campesinos, ganaderos, agricultores en condición de vulnerabilidad, sin las garantías básicas de protección a su integridad física y de su propiedad en sus lugares de origen y que tienen que migrar a las urbes más cercanas.

    Destino y Efectos
    Emilio Ibarra quien este año presentó su examen de Doctorado, en su tesis hace una cartografía en la que ilustra a Mazatlán, Culiacán y Los Mochis como los tres principales destinos de los MIF en Sinaloa. A tales ciudades llegan a vivir en asentamientos irregulares de las periferias sin servicios urbanos básicos. En la cartografía, Ibarra menciona, incluso, MIF de Chihuahua, quienes llegan al municipio de Ahome, así como oriundos de Durango, quienes migran a Mazatlán y a Culiacán.
    En el caso de la zona sur del estado, David Arámburo, estudiante de la Maestría en Ciencias Sociales con Énfasis en Estudios Regionales, ha encontrado en su investigación que al asentarse en Mazatlán, las personas inmigrantes provenientes de Concordia se han insertado laboralmente de una manera precaria, pues trabajan sin contratos laborales, largas horas de trabajo, y salarios por debajo de lo estandarizado.
    Una vez que los MIF se asientan en las ciudades de destino, a menudo son re victimizados, al ser señalados como delincuentes. Los más jóvenes rara vez regresan a los lugares de origen una vez integrados a la dinámica urbana.
    Ahora bien, es muy difícil -prácticamente imposible- la cuantificación de los MIF, pues los censos de población no han incorporado esta variable en sus cuestionarios, además que ellos, por su condición, tienden a cambiar de sitios de asentamiento.
    Una cosa es segura: el despoblamiento forzado será una constante en Sinaloa hasta que se garantice la seguridad en las zonas de origen. Mientras tanto, el Estado tiene la responsabilidad de facilitar su inserción laboral, educativa y sanitaria en las ciudades de destino a todas las personas que lo único que buscan es vivir en paz.
    Es cuanto….
    *Doctor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Sinaloa
    *Consejero Consultivo de la CEDH de Sinaloa