Editorial
¿Cuánto le cuesta a México que el Presidente Andrés Manuel López Obrador divida a los mexicanos en dos bandos, los que están con él y los que están en contra de él?
Desde antes de llegar al poder, el tabasqueño utilizó la estrategia de dividir para vencer. Si analizamos su discurso y sus ataques encontramos todo un catálogo de términos para dividir a la ciudadanía.
Pobres y ricos, fifís, conservadores, corruptos, bloque opositor, la canallada, los de antes, los transas; los que roban, matan y mienten, la lista de epítetos es larguísima y todos los días, en La Mañanera, sigue creciendo.
La estrategia es clara, construir una fuerza de apoyo bien definida y contrarrestar cualquier tipo de oposición al denigrarla, golpearla y evidenciarla.
El problema de esta estrategia radica en la dificultad de implementarla en un país democrático, ya que por fuerza siempre va a existir alguien que simplemente no esté de acuerdo con el Presidente.
Además, la división siempre tendrá un costo y en ocasiones este costo puede ser tan alto que puede llegar a paralizar a un país entero o enfrentarlo de manera irremediable.
Por otro lado, la unión tiene beneficios indiscutibles, un país que avanza unido es imparable y para muestra ahí les va un ejemplo.
El Gobernador de Guanajuato, Sinhue Rodríguez, mantenía un conflicto abierto con el Presidente, lo que impedía que las fuerzas estatales y federales pudieran trabajar en equipo.
Finalmente, el Presidente tuvo un acceso de cordura y visitó Guanajuato hace unas semanas resolviendo el problema que había entre ellos.
Unos días después, las fuerzas estatales y federales rodearon y detuvieron a José Antonio Yépez, “El Marro”, uno de los capos más buscados en Guanajuato, y todo porque la información fluyó desde las dos partes.
¿Valdrá la pena gobernar en equipo?