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@rodolfodiazf
El hundimiento del Titanic la noche del 14 de abril de 1912 es una historia que siempre ha impactado. De esta catástrofe se han publicado muchos filmes, pero en los últimos años se hizo más familiar gracias a la película dirigida por James Cameron en 1997, la cual fue protagonizada por Leonardo di Caprio y Kate Winslet, además de contar con un excelente tema musical de James Horner, interpretado por Céline Dion.
Envuelta en una gran historia romántica, la película muestra el arrogante pensamiento de quienes fabricaron el buque creyéndolo indestructible, además de la estricta separación de las clases sociales en las diferentes áreas del barco y el reducido número de botes para rescatar a los pasajeros.
Lógicamente, la prioridad en el salvamento se concedió a las mujeres y niños, pero los pasajeros de tercera categoría tuvieron menos oportunidad de acceder a cubierta por estar prácticamente encerrados, que las personas de un elevado nivel socioeconómico.
Traemos esta historia a colación para establecer una especie de paráfrasis de lo que hoy acontece. A la selección mexicana de futbol se le conoce tradicionalmente como el “Tri” (tricolor), pero haciendo mofa de sus peores actuaciones en Copas del Mundo se le puso el mote de “Tritanic”.
Extendiendo la comparación, todo México está sufriendo el embate de la pandemia del coronavirus, que golpea fuertemente en todos los órdenes y amenaza con producir un gran naufragio en los renglones laboral, económico y social, esperemos que no suceda lo mismo en el fraterno y moral.
Muchos trabajadores perdieron sus empleos, innumerables negocios no volverán a abrir sus puertas y se avizoran miles de nuevos pobres. Como en el naufragio del Titanic, no todos tienen acceso a un bote de salvamento.
¿Me preocupo de los náufragos? ¿Colaboro en el rescate fraterno?