San Luis Potosí fue ayer la noche triste de muchos gobernadores.
La ciudad de la procesión del silencio, las tunas y las enchiladas potosinas recibió a los 32 gobernadores y a la jefa de Gobierno de la CDMX, por un lado, y al Presidente Andrés Manuel López Obrador y su Gabinete ampliado, por el otro.
La reunión había sido largamente solicitada por los gobernadores, querían ver de frente al Presidente y poner, por lo menos, cinco puntos en la mesa.
Sin embargo, la reunión, lejos de ser una fiesta, venía cargada de distractores y situaciones inesperadas: la pandemia, la crisis económica y las acusaciones en contra de algunos de los gobernadores.
Cuentan que la tensión se podía sentir en el aire, sobre todo por la presencia de gobernadores que acaban de ser acusados de corrupción apenas unos días antes y que terminaron “llorando” sus penas frente a los demás.
Primero lloró el Gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, quien recordó que tenían casi un año solicitando la reunión para hablar con el Presidente.
Después lloró el Gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez Servién, quien negó las acusaciones en su contra por haber participado en el caso Lozoya, donde presuntamente recibió millones de pesos en sobornos.
También lloró el Gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, quien acusó al Gobierno federal de maltratarlo, después de que lo acusaron de recibir millones de pesos de la delincuencia organizada.
Pero al final lloraron todos los gobernadores, cuando apareció el Presidente Andrés Manuel López Obrador y les negó lo que todos habían ido a pedir: más recursos.
El gran tema
“Dinero no hay”, dijo el Presidente Andrés Manuel López Obrador a los gobernadores presentes en la reunión realizada en San Luis Potosí.
Los gobernadores presentaron al Presidente los siguientes temas: el futuro de la educación durante la pandemia, el reforzamiento de los sistemas de Salud de los estados, una política de energías verdes, la revisión del pacto fiscal y recursos extraordinarios.
Sobre el tema de la educación y los sistemas estatales de Salud, el Mandatario dijo lo mismo de siempre, al tema de las energías verdes ni siquiera le dio importancia, dejando la carnita para los otros dos temas.
Sobre la revisión del pacto fiscal, el tabasqueño se mostró abierto a discutirlo, pero dejó claro que si mueven los parámetros para beneficiar a unos estados, el resto perderá esos recursos que se están yendo para otro lado; así que por ahí no hubo más que discutir.
Pero el gran tema, el que todos los gobernadores y la jefa de Gobierno de la CDMX fueron a discutir fue el de los “recursos extraordinarios”.
Los gobernadores fueron a pedir más dinero, como siempre, pero en esta ocasión sí tenían un buen argumento para hacerlo: la pandemia.
Sin embargo, el Presidente no dio chanza de nada, fue duro y directo, asegurando que no habrá más dinero para ningún estado.
La única propuesta que hizo el Gobierno federal a los gobernadores, a través del Secretario de Hacienda, Arturo Herrera Gutiérrez, fue la promesa de ayudarlos con los créditos con entidades federales.
Al final, los gobernadores regresaron a sus estados con las manos vacías, algunos más tristes que otros, pero todos igual de pobres.
El sueño guajiro
Para el Diputado, Carlos Castaños, el deseo de Morena de volver a noquear en las urnas a los demás partidos es un sueño guajiro.
Aseguró que no será posible que puedan repetir la hazaña del “tsunami” en 2018, cuando la mayoría morenista tomó el Congreso del Estado, la Cámara de Diputados y que llevó a Andrés Manuel López Obrador al Palacio Nacional.
Según él, a Morena no le alcanzará, pues el Presidente no estará en la boleta para las elecciones del 2021.
Lo cierto es que en Sinaloa son casi inexistentes las bases morenistas, el partido carece de liderazgo y sin que haya sido publicada la convocatoria, ya son diversos perfiles los que se están confrontando por la candidatura a la Gubernatura. sin que alguien ponga orden.
Las diferentes corrientes al interior del partido terminarán por enfrentarse sin saber si será el mejor perfil el que llegue a la boleta.
El PAS y sus ocho años
Hace unos días el Partido Sinaloense cumplió 8 años de vida, el festejo no pudo ser a lo grande, pero aún así se armaron una reunión por zoom que aglomeró a casi mil personas.
Unos días después, Héctor Melesio Cuén Ojeda habló del aniversario en su conferencia de prensa semanal.
Ahora bien, ¿dónde podemos ubicar al PAS rumbo al proceso electoral que se avecina? La pregunta es difícil de contestar, pero es innegable que el Partido Sinaloense cuenta con una estructura sólida.
La imagen de Cuén pesa, pero ¿será suficiente para que los ajenos al pasismo le den su voto de confianza? No se sabe, pero ya hay unas pruebas que indican que no.
En el 2017, frente a un desconocido Quirino Ordaz Coppel, el pasista era con mucha diferencia, el más conocido por los sinaloenses, pero aún así, perdió, falló, quedó muy atrás en los comicios.
También sufrió una derrota cuando buscó la Senaduría de la República, todo esto puede decir, sin afán de ofender al maestro, que su imagen no convence a nadie más allá de la esfera pasista, es un personaje desgastado, pero que aún así no deja de ser poderoso.
¿Qué le deparará a él y al PAS en el futuro? Dentro del partido no hay cuadros que tengan el punch de Cuén, no hay nadie y su imagen no ha sido suficiente para ganar un cargo de elección popular, desde que el PRI lo encumbró a la Presidencia Municipal.
El problema de un partido que se funda alrededor de una sola persona y no de una ideología o de un sentimiento popular es que generalmente ese partido muere con esa persona.