"El letargo de los partidos en Sinaloa. Septiembre de 2020 será muy tarde"
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En septiembre de 2020, cuando al Gobernador Quirino Ordaz Coppel le reste un año y un mes del período para el cual fue electo, estará iniciando el proceso electoral en Sinaloa con la correspondiente convocatoria que publique el Congreso del Estado. Para esa fecha, los partidos políticos deberán resolver sus conflictos internos y definir si irán con candidatos propios, o en alianza, a la elección nacional concurrente más grande de la historia.
Pero como #SeptiembreDe2020EsMuyTarde, un vistazo al día de hoy a las organizaciones partidistas en Sinaloa evidencia que no están listas para la jornada crucial del 6 de junio de 2021 y que, al contrario, actúan con la misma resignación que el sentenciado a muerte que mira cómo le instalan el patíbulo. Y en el caso de Morena, el único que está con la victoria anunciada a su favor, edifica con sus dispersiones el cadalso propio.
Paradójicamente, a no ser por la desesperada maniobra del Partido Revolucionario Institucional para retomar la cercanía con los sinaloenses, las demás siglas que competirán en la votación han caído en la fatalidad de la capitulación anticipada como si el voto les deparara un destino negro y además fuese irreversible. La única esperanza que manifiestan es la de entrar a posibles coaliciones con quien creen que ganará, o en el último reducto de la frustración las anula el conformismo de cachar los residuos que la voluntad popular les dé.
El PRI intenta retener el Gobierno de Sinaloa y recuperar la mayoría en el Congreso del Estado y los municipios de Culiacán, Ahome y Mazatlán, mediante tres frentes: el trabajo territorial que realiza su dirigente Jesús Valdés Palazuelos, el intenso activismo político del Gobernador Quirino Ordaz Coppel y la operación “camiseta sudada” que emprenden los secretarios del gabinete estatal y diputados locales.
En el Partido Acción Nacional resulta difícil hacer un balance con un desenlace distinto al de la imperturbabilidad frente a la próxima elección concurrente. Su actual dirigente, Juan Carlos Estrada, a cuatro meses de asumir el timón panista ha perdido visibilidad ante la militancia y quizá la tarea de “limpiar la casa” le ha requerido más tiempo del debido o también puede ser que dé por hecho que en la situación en que recibió al PAN no esté en condiciones de ser competitivo en 2021 en Sinaloa.
Por su parte, en el Partido Sinaloense hay conciencia de que ir solo a la votación del 6 de junio de 2021 significaría otro suicidio político. El resultado de los comicios de 2016 y 2018 le dejó la enseñanza de que vale más ir mal acompañado que entrarle solitario y resultar bien derrotado. Esperará el cálculo final para ver en cuál fórmula se acomoda con los mejores dividendos a obtener a sabiendas de que con el PRI, con Morena o con el naciente Redes Sociales Progresistas puede acoplar su pliego petitorio.
La situación del Partido de la Revolución Democrática es similar a la de la vaquita marina: está en vías de extinción y es muy limitado su entorno geográfico. Pariente lejano de Morena, espera que algo le toque, lo que sea, por afinidad con la izquierda mexicana bajo el ultimátum de que llega un momento en el que los primos hermanos se vuelven una carga pesada en el árbol genealógico del poder. Otros, los mil usos de cada proceso electoral (PT, PVEM, Convergencia y Movimiento Ciudadano) estarán en la misma tesitura que los neonatos Redes Sociales Progresistas y México Libre que igual aceptarán o regalarán candidaturas al por mayor.
Y es así cómo todo regresa al ámbito de dominio que posee Morena en Sinaloa. Es el adversario a vencer en las urnas, la alianza a lograr tan codiciada y la envidia de ser parte de alguna de sus postulaciones como puerta de acceso a la Cuarta Transformación que va como la Suave Patria que navega por las olas civiles con remos que no pesan porque van como los brazos del correo chuan que remaba la Mancha con fusiles.
No obstante, el triunfalismo adelantado de Morena lo convierte en destinatario de cuantos cañonazos se le disparen desde los cuartos de guerra de sus opositores, con la desventaja de que tiene pocos meses para moldear un proyecto político local, fiable desde su complicada circunstancia en Sinaloa. Dependerá del candidato a Gobernador que el Presidente designe y de la recomposición del estado de ánimo en ciudadanos que en los tres principales ayuntamientos sinaloenses se sienten decepcionados, si no es que traicionados, por los Alcaldes de la 4T.
Es hoy el partido que parte y reparte el queso y eso es bueno porque posiciona a Morena a la cabeza en la intención del voto, mientras en contraparte lo obliga a pagar el costo político de ejercer el poder y, lo peor, lo convierte en presa fácil de tribus que antes de compartir el queso, la cuajada y el requesón preferirían que la leche se les queme. Les pasa lo que al perro del hortelano que no come de los vegetales que cuida ni deja comer a otros.
Reverso
Ya viene, está cerca el voto,
A ver qué Sinaloa ordena,
Si el PRI de plano está roto,
O el tronchado será Morena.
Transparencia a medias
No basta con que el Gobernador Quirino Ordaz diga que desempeñándose él como Secretario de Finanzas en el gobierno de Jesús Aguilar Padilla se les pagó hasta dos veces por el mismo terreno a “usureros” propietarios de la superficie en que se construyó la Presa Picachos, ni que afirme que “está en ruta y está acorde a lo estimado” la construcción de un estadio de futbol en Mazatlán cuyo costo original se estimó en 460 millones de pesos y ahora se calcula en 600 millones de pesos. En ambos casos se trata de recursos públicos que hoy más que nunca requieren de transparencia plena, total y atiborrada de nitidez antes de que las dudas entren a la arisca parcela de las sospechas.