"El ingenio de Navolato: pólvora política"
La ecuánime verdad del pitón demolido
Sin el soporte informativo que le hiciera entender a la gente las impresionantes imágenes de la demolición de una de las cuatro chimeneas del emblemático ingenio azucarero de Navolato, por cierto la de menor significado histórico, la caída del pitón se prestó para la murmuración pública y la colateral raja política tratando de convertir en desastre aquello que se hizo precisamente para evitar daños calamitosos. Y sí, es comprensible la preocupación ciudadana por la joya de 123 años que está en riesgo, mas no justificable el sesgo alarmista que con fines políticos acompañó el quirúrgico desmoronamiento de la estructura.
Centinelas de un siglo y cuarto, los tres pitones originales de la fábrica que son los que sobreviven han acompañado a Navolato en las malas y las buenas, siéndole fiel en los momentos cruciales como la derrota a las tropas francesas en la batalla de San Pedro, el embate palúdico de inicios del Siglo 19, el narcotráfico que sentó sus reales en el municipio, las calamidades ciclónicas que le llegan del mar, la alternancia tersa de un partido a otro en el cambio de gobierno local, la efímera entelequia de Fibrasin, y ahora la pandemia de coronavirus que tomó a la tierra excañera como punto de partida de la propagación.
Cómo no habríamos de querer los navolatenses y los sinaloenses a la nave industrial que marcó el esplendor de la región cuando los hermanos Jesús y Jorge Almada de la Vega publicaron en 1897, cuatro años después de inaugurado el ingenio, la espléndida invitación a trabajar en el cultivo y molienda de caña ofreciendo canonjías que atrajeron mano de obra de otros estados: de 7 a 10 pesos como salario semanal, casa a los peones, 60 hectáreas con riego, arados y mulas para que sembraran sin pagar renta por la tierra y de pilón una vaca con cría para que la paguen en abonos a razón de 50 centavos a la semana, según da cuenta el historiador Leopoldo Gervasio Avilés Medina.
Fue así como las chimeneas del ingenio se apropiaron del corazón de los vecinos y los lugareños se las arreglaron para ver como propiedad sentimental las tres atalayas humeantes que repartieron sin distingos el aroma a caña quemada. En tanto, el pitón que fue volado mediante la explosión controlada por expertos debido a que presentaba daño estructural y constituía riesgo tanto para el ingenio como para la población, fue construido en 1985 y no aplica como patrimonio histórico.
En cambio, las otras tres chimeneas son sujetas a labores de restauración en el proyecto para ampliarles el período de vida testimonial y está en fase embrionaria un plan para conservar la parte más emblemática y presumirla como orgullo sinaloense. Es en este capítulo moderno de la efeméride navolatense donde entran los actuales propietarios del ingenio que están aportando capital y voluntad para rendirle homenaje al espacio que comenzó como fábrica de piloncillo.
En 1983, simultáneamente con la instalación del primer Ayuntamiento que cristaliza la larga lucha por la municipalización de Navolato, el ingenio azucarero queda bajo control de la compañía Azúcar, S.A. que le inyectó vigor a la economía mediante la producción de 61,470 toneladas de azúcar y mascabado y 44,100 toneladas de mieles cristalizables.
Eso también representa el ingenio: el esplendor de Navolato que le abrió paso a una historia nueva. Por ejemplo, con Eduardo de la Vega Echavarría al frente, en la temporada 1999-2000 la empresa Zucarmex logró aportar el 8 por ciento de la producción nacional de azúcar con la molienda de 482 mil 344 toneladas de caña sembrada en 7 mil 416 hectáreas. Y así sucesivamente hasta que vino la amarga crisis del dulce en 2012, que en 2013 obligó a diversificar y parar la maquinaria de “La Primavera”.
La realidad debe decirse tal cual es, de lo contrario la valoración de ésta puede dar pie a que por desconocimiento olvidemos las lecciones del pasado y con tal ignorancia vayamos al futuro con fundamentos endebles. Los propietarios del ingenio de Navolato llevan tiempo operando con autoridades municipales, de conservación de monumentos históricos, y de derechos humanos para darle el mejor destino útil sin que la demolición de la cuarta chimenea que se construyó hace tres décadas y media signifique cercenar la valía moral, social y económica del inmueble.
Y por el derecho humano a la cultura, que les es inherente a los navolatenses en general, deberían replegarse personajes o grupos que tras el denso polvo de la chimenea tumbada ocultan intereses que nada tienen que ver con la preocupación por el patrimonio histórico. Es otro tipo de patrimonialismo, aquel que busca apropiarse del voto ciudadano, el que pretende convertir en mercancía electoral las imágenes de la demolición debidamente planeada y supervisada.
Decir esto también es de justicia y de garantías fundamentales. La pólvora que hizo caer la chimenea resulta proporcionalmente insignificante frente al explosivo poder de las mentiras, de la versión ajustada a la medida de apetitos de poder, que mezclan oportunismo con dinamita con tal de que dure más tiempo el ruido sobre un procedimiento de ingeniería minuciosamente calculado para proteger la parte histórica del ingenio.
Reverso
El estallido que más aturde,
De “La Primavera” no proviene,
Emana del vividor que urde,
Cómo el elector lo mantiene.
Señal de conciliación
Con la publicación el viernes en el Periódico Oficial de los decretos de las reformas legales que prohíben el uso de nombres, imágenes, logotipo, símbolos, colores, slogan y frases de gobierno en uniformes, calzado deportivo y útiles escolares que se entregan gratuitamente, así como aquellas que elevan a delitos ambientales la quema de socas, se le quita algo de tensión a la olla exprés en que se ha convertido la relación Legislativo-Ejecutivo. Es de esperarse que el Gobernador Quirino Ordaz proceda en los próximos días a destrabar otras disposiciones aprobadas por la 63 Legislatura y la sana relación entre poderes retome el cauce adecuado.
alexsicairos@hotmail.com