Juan Alfonso Mejía López
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(Aprendizajes en nivel bachillerato en tiempos de coronavirus)
Algunos todavía se interrogan sobre, ¿qué tanto aprendemos durante la pandemia? Acaso, ¿vale la pena tanto esfuerzo? ¿Qué pasará con nuestros niños, niñas y jóvenes?, “¡se están quedando atrás!” A todos aquellos que todavía se cuestionan, dudan o viven la incertidumbre, les tengo una noticia maravillosa, por decir lo menos.
Esta semana sucedió algo inusitado en la historia de nuestro sistema educativo a nivel de bachillerato, por diferentes motivos. Somos el primer estado de la República que, con datos en la mano, conoce qué tan preparados están sus jóvenes para seguir a la Universidad. Evidencia franca que revela el grado de avance de sus aprendizajes, de manera muy específica sobre las y los bachilleres de tercer año. Sin temor a equivocarme, no sólo están listos, cuentan con los mejores resultados registrados en el estado en años; y sí, con todo y pandemia.
Como parte de una estrategia de reforzamiento de aprendizaje durante la pandemia, la Secretaría de Educación Pública y Cultura (SEPyC) implementó el pasado 19, 20, 21 y 22 de mayo una evaluación a los jóvenes de tercero de preparatoria en las disciplinas de matemáticas y lenguaje y comunicación. El examen fue realizado en línea, mediante el CURP de los alumnos, con una duración de tres horas; cada vez que un alumno ingresaba sus datos, el tiempo corría y la plataforma se cerraba al terminar el plazo, sin dejar de mencionar que cada registro lanzaba una combinación diferente de preguntas.
El Plan Nacional para las Evaluaciones de los Aprendizajes (PLANEA) no se llevó a cabo este año por las razones de la pandemia Covid-19; sin embargo, en Sinaloa insistimos en contar con una evaluación que les diera luz a los alumnos sobre su grado de avance, sobre todo tratándose en un año de tal trascendencia como el tercero de preparatoria. Así que, cuando se canceló PLANEA, decidimos llevar a cabo la evaluación por nuestros propios medios.
Informamos a la Secretaría de Educación Pública (SEP) al respecto, no sólo nos apoyaron, nos alentaron. Durante el periodo de educación a distancia, colocaron en su portal de “Aprende en Casa” nuestra plataforma de seguimiento, llamada “¿Y ahora qué hacemos?”, destinada a darle rigor metodológico al ejercicio. Antes de contarles ¿cómo fue posible esto?, les comparto algunos resultados dignos de llamar la atención.
Las preparatorias en Sinaloa tienen mejor calidad educativa. El Plan Nacional para las Evaluaciones de los Aprendizajes (PLANEA) mide cuatro niveles, siendo el nivel II, III y IV satisfactorios, en distintos grados. Los resultados de las más recientes evaluaciones del mes de mayo pasado realizadas por el estado muestran una mejoría de 28 y 25 puntos porcentuales, en matemáticas y lenguaje y comunicación, respectivamente. Hoy tenemos a muchos más alumnos dentro de estos puntajes clave.
Nuestras preparatorias son mucho más incluyentes. Mientras en PLANEA 2017, siete de cada 10 jóvenes sinaloenses se encontraban en el nivel más bajo de aprendizaje en matemáticas, el célebre nivel 1, en 2020 son 4; para el caso de lenguaje y comunicación, en lugar de 4 de cada 10, sólo hay 1. De ese tamaño es la mejora, los que ya no están aquí están en el párrafo anterior.
Sinaloa rompió la inercia que la tenía ubicada en el sótano de la educación. Mientras los históricos de PLANEA registran avances de 10 puntos porcentuales en promedio de un año a otro, Sinaloa mejoró casi el doble, cuando no casi lo triplica. No importa donde estamos, sino como nos estamos moviendo.
Cuarto, en Sinaloa todos los subsistemas mejoraron. Por primera vez en la historia del estado, los subsistemas federal (Conalep, UESTYMS y UEMSTAyCM), estatal (Cobaes, CECyTE, DGB) e, incluso, autónomo (UAS), trabajaron de la mano con un solo objetivo. Todas las preparatorias mejoraron, algunas más que otras, pero todas presentaron avances respecto de su pasado. Nada de esto hubiera sido posible sin la generosidad de sus directores generales y la del Rector de la Universidad.
La tentación de comparar nuestros resultados si “hubiera habido PLANEA” es muy grande, pero lo cierto es que el “hubiera” no existe. Máxime después de haber registrado el avance más grande en la historia del estado en este tipo de evaluación el año pasado, cuando pasamos del lugar 27 al número 2 con los jóvenes de tercero de secundaria.
Sin embargo, los datos presentados en los cuatro puntos citados anteriormente no son hipotéticos, son HECHOS porque comparan a Sinaloa contra sí mismo, NO con el resto de los estados de la República. ¿Cómo fue posible esto?
“Aprendamos Juntos” es una estrategia de acompañamiento de la Secretaría de Educación Pública y Cultura (SEPyC) centrada en focalizar a las escuelas con los niveles de aprendizaje más bajos en la entidad, de acuerdo con los resultados históricos de PLANEA; lo mismo que hicimos el año pasado, pero ahora en preparatoria.
La idea consiste en no abandonar a su suerte a esas comunidades educativas ubicadas en el célebre nivel 1, el peor nivel, y articular toda la fuerza del sistema para vencer las barreras para el aprendizaje en esos contextos, “de la mano” del joven, el maestro, el director, el plantel, el subsistema y la autoridad en general.
Desde el mes de octubre de 2019, se seleccionaron 161 planteles con una población estudiantil de 23,198 jóvenes, algo así como el 66 por ciento de los de tercero de preparatoria y, poco más de 600 docentes de dos disciplinas clave para toda la vida: matemáticas y lenguaje y comunicación.
Esta última parte de nuestro argumento me parece de gran trascendencia, porque no se trata de los resultados que traiga a la mesa la autoridad, sino de pensar en nuestros alumnos y sus familias. Nunca se trató de una calificación, sino de que ellas y ellos ganen CONFIANZA sobre sí mismos.
La repercusión de esta historia no se entienda en su máxima expresión, hasta no tener en cuenta dos elementos: primero, sólo dos de cada 10 jóvenes que iniciaron 1º de primara llegarán a tener estudios superiores, eso antes de la pandemia; segundo, de aquellos jóvenes que “deciden desertar”, sólo uno lo hizo por una cuestión monetaria, otro más dejó la escuela porque se le complicaba entenderle al maestro y uno más de plano no confiaba en sí mismo. Esto dice la evidencia internacional.
Una sociedad con un alto índice de abandono escolar, como una comunidad incapaz de lograr trayectorias completas en sus estudiantes (al menos 12 años), es una sociedad que reproduce desigualdades. Un sistema educativo que no desarma ese viejo dicho de que, “origen es destino”, recrea una escuela incapaz de alimentar los sueños de los suyos. En pocas palabras, para que voy a ir a la escuela, si mis oportunidades parecen estar ya decididas “por alguna fuerza extraña y ajena a mi esfuerzo”. No se vale.
La estrategia implementada en Sinaloa por el Gobernador Quirino Ordaz Coppel, no sólo rescata a aquellos jóvenes que se presumía estaban “fuera de combate, sino que los invita a seguir soñando.
Enhorabuena a todos los jóvenes sinaloenses y sus maestros, porque nos han dado una lección de vida. No hubo pandemia capaz de derrotarlos, y gracias a ello mantienen vivo el sueño de la escuela. Sigan adelante, ¡vayan por más! De que se puede, ¡se puede!... porque el hubiera no existe.
Que así sea.