Arturo Santamaría Gómez
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Terminó el suspenso morenista con un final que parecía lógico pero se resistía a serlo: Rubén Rocha Moya es el candidato a gobernador.
Morena es estrambóticamente contradictorio: como Gobierno Federal es muy fuerte; en el imaginario popular, según las encuestas, también lo es; pero vida de partido no tiene, carece de estructuras partidarias reales, solo posee un registro para participar en procesos electorales.
Por lo anterior, los mecanismos para elegir dirigentes y candidatos a cargos de elección popular son escabrosos y confusos. En realidad, sus dirigentes formales, como Mario Delgado y Citlalli Hernández, son operadores de los hombres y mujeres de poder real, léase Marcelo Ebrard, Claudia Sheimbaum, Ricardo Monreal, y sobre todo, Andrés Manuel López Obrador. Hay otros menos visibles que giran alrededor de AMLO.
El déficit institucional de Morena es tal que los mismos aspirantes a las candidaturas nunca conocen las encuestas porque el elemento que decide no está en las oficinas de Monterrey, en la Colonia Roma de la Cdmx, sino en el principal edificio del Zócalo capitalino.
Este partido a pesar de sus evidentes y profundas debilidades institucionales tiene como eje un hombre de un inmenso poder: el Presidente de la República. Y, exactamente como sucede con el PRI cuando posee el Poder Ejecutivo, es el fiel de la balanza, el Gran Elector. Así pues, quien eligió a Rubén Rocha Moya, como el candidato para Sinaloa, fue precisamente el inquilino de Palacio Nacional.
Por supuesto que las encuestas contaron, pero no las de Gerardo Vargas y el Químico Benítez, y quizá ni las de la dirección de Morena, sino todas las que se hicieron a lo largo de muchos meses por parte de las principales casas encuestadoras del país. Éstas siempre daban como puntero a Rocha Moya y por eso, a pesar de Morena con López Obrador a la cabeza, querían siete candidaturas femeninas, lo cual le daba a Imelda Castro muchas posibilidades, lo cierto es que la realidad de los números indicaba que el candidato más fuerte era el hijo predilecto de Batequitas, Badiraguato. Finalmente, la séptima candidatura femenina será para Morena-San Luis Potosí, pero para eso van a tener que inventar una candidatura externa porque en el partido marrón no hay mujeres del partido como aspirantes.
Es evidente, que el cálculo electoral de López Obrador, basado en las encuestas, es que con el Dr. Rocha las posibilidades de triunfo son mucho mayores tanto para la gubernatura como las diputaciones federales, las cuales son fundamentales para los siguientes tres años del gobierno de Morena. Lo mismo se razonó para Guerrero, donde se optó por Macedonio Salgado, el más popular de los aspirantes, y no por Pablo Sandoval el favorito de grupos de élite de Morena en la CDMX. Incluso en Michoacán el razonamiento más o menos fue el mismo: Cristóbal Arias, denunciado por su propia esposa de ser golpeador de mujeres, lo cual, además de ir contra de las nuevas leyes electorales auguraba una campaña muy escabrosa, determinó que se optara por otro candidato. Andrés Manuel López Obrador es un hombre de poder y busca los hombres y mujeres que garanticen obtenerlo. Los grupos de interés de este partido complicaron la elección de los candidatos y a Mario Delgado se le hizo bolas el engrudo, pero finalmente el caudillo puso orden.
El Químico Benítez no se equivocaba cuando decía que esperaba “el guiño” del gran jefe para saber que él sería el candidato, pero la seña no fue para él por abundantes razones políticas, y ahora el alcalde de Mazatlán quiere acusar de tramposo a Mario Delgado y de arribista a Rocha Moya por haberle arrebatado la candidatura, cuando el responsable de su pesar es el hombre que él dice admirar. Más le valdría que se quede callado porque si hace mucho ruido el Peje le va a poner un “estate quieto”.
Ya sabiendo que Rubén Rocha es oficialmente el candidato de Morena, van a aumentar las adhesiones y coqueteos de priistas, panistas y perredistas en una cargada de nuevo tipo. Huelen el nuevo poder y quieren ser parte de él.
Lo anterior se está acelerando porque Quirino Ordaz ha retrasado el anuncio de su candidato, pero también porque es posible que aquel sea más una propuesta de Puro Sinaloa que el del PRI tradicional; es decir, las posibilidades de que Juan Alfonso Mejía sea el efectivo del tricolor son altas y eso no agita las venas de muchos priistas pura sangre.
Aun así, es decir, con un PRI no muy entusiasmado con el Dr. Mejía López, el PAN sí lo estará, pero más lo estarán abundantes hombre de negocios de Sinaloa y la organización empresarial México sí.
Sin embargo, todo se mueve, nada es definitivo. En circunstancias así, podemos esperar cambios de riel y situaciones inesperadas, que pudieran cambiar las adivinanzas del presente.
Por lo pronto, el gallo que canta más fuerte es el de Batequitas.