Editorial
El Presidente Andrés Manuel López Obrador ha conseguido unir a todos los periodistas importantes del País.., pero en su contra.
A base de mañaneras, insultos, conspiraciones de caricatura y de encasillarlos como sus enemigos gratuitos, el tabasqueño ha conseguido unir a comunicadores de todas las ideologías y medios tan dispares que nunca los habíamos visto trabajar en un mismo sentido: en contra de la Presidencia.
López Obrador necesita el aplauso cotidiano y el abrazo permanente de sus seguidores, que va fabricando enemigos con tal de pasearse como víctima por todo el territorio mexicano.
Pero no es nada nuevo, desde que inició su eterna campaña por la Presidencia su palabra preferida fue “compló”, una manera de ir denunciando que el mundo estaba contra él, siempre conspirando para quitarle lo que se merecía: el poder.
El problema es que antes era fácil encontrar enemigos, estaban en el poder, el que él tanto ansiaba y por el que trabajó durante años.
Ahora ya no es tan fácil, el poder es él. Se acabó el monolito al que le tiraba todos los días, el nido de donde emanaba toda la corrupción y los errores, benditos los días en que era oposición.
Con los enemigos derrotados y la mayor parte del pueblo aplaudiéndole se ha quedado desnudo, sin enemigos de valía, sin razones para pelear, así que desesperadamente intenta construir enemigos de altura, pero no los encuentra.
La pandemia, el desastre económico, la violencia, deberían de bastarle para tener una razón para luchar, pero evidentemente no está preparado para ellos ni sabe cómo combatirlos.
A AMLO le pasó aquello de “ten cuidado con lo que sueñas porque se te puede hacer realidad”.
Hoy, su peor enemigo está en la silla que tanto criticaba, hoy busca a sus enemigos y no los encuentra, para eso debería de bastarle un espejo.
