Editorial
Quién ha estado detrás de los ataques cibernéticos a medios de comunicación en Sinaloa no se sabe, pero lo que sí ha quedado claro es que lo han hecho con la intención de afectar la libertad de expresión y de información.
Han pretendido silenciar la noticia, impidiendo que un medio de comunicación la reproduzca y que un lector la lea. Se ha pretendido afectar a las empresas, pero también a los lectores. Y está claro que eso no conviene a nadie.
Los ataques cibernéticos se han convertido en un instrumento, a nivel global, con el cual se pretende no solo atentar contra la libertad de expresión y prensa de los medios de comunicación, sino también, contra el derecho a la información de la población.
Las intrusiones a las páginas de internet, entre ellas las de los medios de comunicación son frecuentes, y también más complicadas.
Según reportes recientes, al segundo trimestre de este año, los ataques de denegación de servicios, o DDoS, con los que se mandan enormes cantidades de solicitudes de información a un sitio para saturar sus servidores, se han incrementado durante este 2020 de manera significativa.
Y entre los afectados se encuentran sitios de noticias como Noroeste, que durante tres días seguido estuvo sometido a una excesiva demanda de información que terminó por inhabilitar el sitio de manera temporal.
Y llama la atención que junto con Noroeste, otros sitios de noticias, también de Sinaloa, hayan registrado el mismo problema. Y queda claro que había una intencionalidad, en quien ordenó ese tipo de ataque tecnológico, de limitar la libertad de informar y el derecho a estar informado de la sociedad sinaloense.
Los agravios contra la prensa han adquirido una nueva modalidad y la más reciente, es una manifestación de ello. Sin embargo, aunque la intención evidente es silenciar, al final, es el compromiso con informar lo que prevalece.
Las autoridades deben adaptarse a los nuevos tiempos y actuar en consecuencia para detectar estos tipos de ataques. Y actuar.