"El coronavirus y la economía mexicana"
En anticipación a los posibles impactos económicos negativos del Covid-19, el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) redujo la tasa de interés en medio punto porcentual, y no en un cuarto de punto como lo había hecho anteriormente, sorprendiendo a los mercados financieros. Esta medida se acuerda después de que el Banco Central de Australia hizo pública una decisión en sentido similar. Se espera que otros bancos centrales procedan del mismo modo, incluido en Banco de México.
Los efectos de la pandemia no sólo dañan la salud y provocan muertes, también podrían reducir el crecimiento de las economías nacionales en su conjunto, de ahí la reacción inesperada de la FED, que ve a Estados Unidos en el espejo de China. Los efectos económicos podrían ser mucho mayores que los daños en vidas perdidas.
Con la reducción de la tasa de interés, la FED busca estimular la economía estadounidense, la cual mostró en 2019 signos claros de desaceleración; a pesar del fuerte incremento en el déficit público. Sin embargo, hay dudas en torno a la efectividad de la medida pues la tasa de interés era ya muy baja (1.5-1.75).
El cambio en el escenario Global ya está afectando a México, según lo muestra la depreciación del tipo de cambio. Así como para la economía global, los pronósticos respecto al crecimiento económico del país para este año se han reducido respecto a las proyecciones iniciales. No obstante, como México viene de una tasa de crecimiento de -0.1, las expectativas de crecimiento para 2020 son mejores respecto al desempeño económico observado en 2019.
De acuerdo con el Director General de HSBC, Jorge Arce, quien mantiene una perspectiva optimista respecto al país, observa que en 2019 México resistió a una tormenta económica. Destacamos aquí algunas de sus consideraciones. Había incertidumbre en torno a si se firmaría o no el T-MEC, lo cual frenó el proceso de inversión. El crecimiento en Estados Unidos no fue el esperado - en particular en lo que se refiere a su industria manufacturera, lo cual afectó al dinamismo de la industria manufacturera mexicana que se ajusta estrechamente al ciclo estadounidense, añadiríamos-. El gobierno Federal modificó su forma de gastar -adoptando un enfoque de austeridad, y por su decisión de atacar la corrupción-, lo cual implicó retrasos-. El gobierno decidió anclar sus políticas a la disciplina fiscal, mantener la deuda bajo control y apoyar a Pemex -empresa pública cuya crisis se hizo más evidente ante la severa caída en la producción que, finalmente, después de alcanzar un piso, está siendo revertida.
En ese tenor, a fin de contrarrestar los efectos esperados de una contracción global, México tendrá que ser más creativo y efectivo con sus políticas de gasto público y usar en mayor medida la inversión pública, más allá de lo que estén dispuestos a hacer inversionistas del sector privado.
Una característica de la corrupción en México es que no es exclusivamente pública, sino que descansa sustancialmente en la relación entre sectores públicos y privados. La decisión de cambio en el “modus operandi”, bajo el cual se sentían cómodos muchos miembros del sector privado ha generado lastimados en el camino, abonando a la incertidumbre. El año 2019 fue un periodo de desestructuración, 2020 debe ser un periodo de ajuste y adaptación a nuevas reglas para el desempeño de las actividades privadas. Esperemos que los costos de la ralentización en el crecimiento económico de 2019 hayan valido la pena, y nos sitúen en otro modelo de crecimiento económico para los siguientes años.
Al parecer decisiones económicas recientes se orientan en ese sentido, como la integración de un Gabinete Económico, los cambios ocurridos en la Comisión Nacional de Valores y la licitación temprana de proyectos de infraestructura pública.
Más allá de cuál sea el impacto del Covid-19 y la efectividad de las medidas para su control, lo importante es minimizar sus efectos económicos negativos sobre la economía. Si 2019 fue un año de retrasos, 2020 debe ser de anticipación de acciones.