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"ÉTHOS"

"El chelista de Sarajevo"

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    rfonseca@noroeste.com
    @rodolfodiaz

     

    La música ocupa un lugar muy especial durante esta pandemia, pues es consolador bálsamo y vibrante himno que invita a luchar y nunca claudicar. Eran típicos los videos producidos en Italia o España, en los que se veía cómo la gente cantaba o interpretaba un instrumento desde los balcones de su departamento invitando a resistir con fortaleza y entusiasmo. De igual forma, en nuestro País se han compartido varios videos con esa misma temática.

    Y es que la inspiración musical no brota solamente en situaciones de amor, tristeza, nostalgia, alegría o ensoñación, también estimula al combate (como los himnos de cada país) y a la resistencia. No en balde el coro Va pensiero, de la ópera Nabucco es considerado el segundo himno italiano.

    Algo semejante logró el escritor canadiense Steven Galloway en su libro, El violonchelista de Sarajevo, inspirado en el músico bosnioherzegovino, Vedran Smailović, quien durante al asedio esa ciudad interpretó -sin temor a las balas y explosiones cercanas- el famoso adagio atribuido a Tomaso Albinoni durante 22 días (en el cráter que dejó una bala de mortero lanzada el 26 de mayo de 1992), en honor de las 22 personas que fallecieron en ese lugar mientras hacían cola para comprar pan, a las 4 de la tarde.

    Al enterarse de la historia de Smailović, un compositor inglés, David Wilde, escribió una obra para cello solo, titulada El cellista de Sarajevo, en la que transmite desgarradores sentimientos de tristeza conjugados con acordes de fraternidad.

    Stephen R. Covey narró que en abril de 1994 le tocó escuchar al inmenso cellista Yo-Yo Ma interpretar esta melodía en Sarajevo. Al finalizar su magistral presentación, invitó a alguien a subir al escenario y se fundieron en prolongado abrazo. Era Vedran Smailović.

    ¿Comparto el sufrimiento de los demás?