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"OPINIÓN"

"El César y Dios"

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24/12/2019

    Roberto Blancarte

    Aunque el Presidente de la República fue muy claro en su rechazo a la iniciativa para terminar en la práctica con la separación Estado-Iglesias, presentada por la Senadora zacatecana de Morena (lo que en principio debería dar por zanjado el asunto), en realidad quedan muchísimas cosas por dilucidar. López Obrador, en efecto señaló de manera clara, que el tema de la separación Estado-Iglesia no debería tocarse pues fue resuelto desde hace más de siglo y medio: “Y creo que eso se resolvió; la separación del Estado y de la Iglesia. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”. Y agregó: “No considero que modificar este principio ayude. Al contrario. Ya en su momento hubo confrontación y bueno, eso motivó hasta una invasión extranjera. Entonces, no nos metamos en ese campo en ese terreno. Creo que todo el mundo, la mayoría de los mexicanos, está de acuerdo en que prevalezca el Estado laico. Lo que establece la Constitución”. Y luego agregó su definición: “el Estado laico también hay que decirlo, significa garantizar la libertad religiosa, porque a veces se piensa que el Estado laico es un principio antirreligioso. No. Es garantizar las libertades”. AMLO dijo también que se trataba de una propuesta personal, pero que la Presidencia no la apoyaría. Señaló que, aunque se puede polemizar no se debería auspiciar “nada que signifique confrontación”.

    Todo lo anterior es muy claro y se agradece que el Presidente, por primera vez desde que inició su mandato, se haya expresado sin mayores ambages. Sin embargo, a pesar de esta claridad, hay demasiados cabos sueltos y cuestiones por elucidar. Por ejemplo, habrá que ver de dónde salió esta iniciativa, porque es evidente que no se trata de un esfuerzo personal. De todas maneras, es evidente que el asunto muestra una vez más las fisuras y divisiones entre sectores de Morena, que como todos sabemos, van desde la extrema derecha, hasta la extrema izquierda. Quizás por eso el Presidente insiste tanto en evitar las confrontaciones. Probablemente no se refiera tanto a las sociales, ya que él mismo las sigue impulsando, con su discurso polarizador, sino a las que están teniendo lugar en su propio partido. El otro problema es que en México todo mundo se dice a favor del Estado laico, pero cada quien lo entiende a su manera. El Presidente, por ejemplo, comparte la visión histórica que la mayor parte de los mexicanos tiene sobre las razones de la separación Estado-Iglesias y, aunque su concepción de laicidad es atinada, en realidad está muy limitada al tema de las garantías para la libertad religiosa. La laicidad, en nuestra época tiene que ver, como él mismo lo dijo, con “las libertades” en general, no solamente las de religión. Eso supone la necesidad de un Estado no nada más respetuoso de todas las expresiones religiosas e imparcial (no neutral) en esa materia, sino un Estado que tiene que hacer lo posible para garantizar también la libertad de convicciones éticas y sobre todo la libertad de conciencia de cada quien; la libertad de ser lo que uno es o quiere ser y de escoger el modo de vida que cada quien prefiera, siempre y cuando no afecte a otros. Ese es el verdadero reto.


    roberto.blancarte@milenio.com