Médico especialista en Neurofisiología y Neuroinmunología. Investigador Sinaloense
alberto.kousuke@uas.edu.mx
Con un sistema de salud público saturado por la gran cantidad de pacientes con Covid-19, la población mexicana recurre a la medicina privada o alternativa para encontrar solución a sus problemas de salud.
¿Cuál es el compromiso que tenemos los médicos con la sociedad?
«Juro por Apolo médico, por Asclepio, Higía, y Panacea, por todos los dioses y todas las diosas, tomándolos como testigos, cumplir fielmente, según mi leal saber y entender, este juramento y compromiso:
En cuanto pueda y sepa, usaré las reglas dietéticas en provecho de los enfermos y apartaré de ellos todo daño e injusticia. Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo. En cualquier casa que entre, lo haré para bien de los enfermos, apartándome de toda injusticia voluntaria y de toda corrupción. Si el juramento cumpliere íntegro, viva yo feliz y recoja los frutos de mi arte y sea honrado por todos los hombres y por la más remota posterioridad. Pero si soy transgresor y perjuro, avéngame lo contrario».
Desde hace casi dos mil años, los galenos alrededor del mundo recitamos el «Juramento Hipocrático» en la ceremonia de graduación. Este juramento es un compromiso de carácter ético que se ha ido modificando según la escala de valores específica de cada tiempo y lugar; no obstante, el compromiso de velar por la salud del paciente siempre es la constante.
Cuando un médico recomienda un tratamiento, el paciente pone su confianza en sus manos y espera que le recomienden el tratamiento más adecuado para su padecimiento.
La realidad es que cientos de recomendaciones médicas en distintas disciplinas no son estrictamente necesarias, esto se debe a un fenómeno llamado «reversión médica».
La reversión médica sucede cuando un nuevo manejo clínico produce resultados que contradicen manejos clínicos convencionales. Esto resulta en el desuso de intervenciones comúnmente utilizadas dado que la nueva evidencia demuestra su inefectividad o por que los daños exceden los beneficios. Esto no debe de confundirse con reemplazo, el cual ocurre cuando un nuevo tratamiento resulta más eficaz que su predecesor.
Esto es lo que ha sucedido con el Covid-19, una enfermedad novedosa causada por un virus (SARS-CoV2) proveniente de otra especie animal. Con el paso del tiempo y el acumulamiento de evidencia, el tratamiento de Covid-19 sigue evolucionando.
Sin embargo, algunos profesionales de la salud pecan de administrar o recomendar exámenes y tratamientos innecesarios a pacientes con sospecha de la enfermedad. Algunos de ellos están haciendo trabajo honesto y simplemente tienen una opinión diferente o están desactualizados, mientras que otros meramente buscan sacar unos pesos extra.
El coronavirus que causa el Covid‑19 se transmite principalmente a través de las gotículas generadas cuando una persona infectada tose, estornuda, o espira. Una persona puede infectarse al inhalar el virus si está cerca de una persona con Covid‑19 o tras tocar los ojos, la nariz, o boca después de haber tocado una superficie contaminada. No todas las personas infectadas con coronavirus padecerán Covid-19.
El Covid-19 puede presentarse como una enfermedad leve, moderada o grave, incluyendo neumonía severa, síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), sepsis, y shock séptico. El período de incubación oscila alrededor de 5 días (intervalo: 4-7 días) con un máximo de 12-13 días.
Los casos leves pueden tener síntomas similares a la gripe: fiebre alta, dolor muscular, fatiga y síntomas respiratorios, especialmente tos seca. El comienzo suele ser menos brusco que en la gripe y los síntomas de vías respiratorias superiores parecen poco importantes o están ausentes.
Los pacientes más graves de Covid-19 presentan neumonía (inflamación de las vías respiratorias) la cual ocasiona una dificultad respiratoria, así como un proceso sistémico inflamatorio llamado «tormenta de citoquinas». Esta inflamación generalizada es un descontrol por parte del sistema inmune en su intento por eliminar el virus. Asimismo, esta inflamación induce la activación de factores que aumentan la coagulación, particularmente en aquellos pacientes con enfermedades subyacentes.
El único método diagnóstico de Covid-19 se realiza mediante el estudio RT-PCR el cual detecta el gen del virus presente en muestras de frotis faríngeo o nasofaríngeo, esputo, heces o sangre. Se necesitan hacer pruebas complementarias para determinar el estado general del paciente, así como estudios de imagen para corroborar que el paciente padece neumonía (una simple radiografía de tórax revela esto, la tomografía es un lujo innecesario). Cabe mencionar que el diagnóstico de neumonía no equivale a diagnóstico de Covid-19.
El manejo de Covid-19 se enfoca en mantener al paciente con una saturación de oxígeno adecuada y en disminuir el proceso inflamatorio descontrolado y sus complicaciones.
Los únicos medicamentos que han probado tener efectividad para tratar la Covid-19 son la dexametasona (antiinflamatorio) y remdesivir (antiviral). Cabe mencionar que estos medicamentos que se administran para tratar la enfermedad, no para prevenirla. El consumo de estos compuestos sin padecer la enfermedad es contraproducente.
A continuación mencionaré compuestos que actualmente están siendo recomendados para el tratamiento de Covid-19, pero que carecen de efectividad: dióxido de cloro, favipiravir, lopinavir, ritonavir, hidroxicloroquina, cloroquina, plasma convaleciente, interferones, inhibidores de citoquinas (ej: tocilizumab), cytosorb, células madre, homeopatía, y anticoagulantes. Asimismo, cualquier «producto milagro» está altamente contraindicado.
Si a usted o alguno de sus familiares y amigos le recomendaron alguno de los anteriores, les recomiendo dejar de gastar su dinero y buscar una segunda opinión. Los medicamentos previamente mencionados no sólo carecen de efectividad, también pueden complicar el estado del paciente.
Por último, debemos de evidenciar a aquellos que realizan prácticas carentes de ética y reconocer a los miles de profesionales de la salud que salen todos los días al campo de batalla a lidiar con esta emergencia sanitaria. Esta pandemia no terminará hasta que la vacuna esté en nuestras manos. Debemos seguir con el aislamiento y las medidas preventivas o atenernos a las consecuencias.