"Diversificación del crimen en Sinaloa. Un rumor basta para sentirnos solos"
alexsicairos@hotmail.com
Aunque la estadística de homicidios dolosos siga comportándose a la baja en Sinaloa, la población continúa a expensas de delincuencia que, con desapariciones forzadas, asaltos a bancos y cuentahabientes, y robos de vehículos y al comercio, remarca la percepción de que los trasgresores de la ley predominan sobre las autoridades encargadas de aplicarla. La quimera de ciudadanos a salvo, en legalidad y en paz, no resisten siquiera las fake news que nos lanzan a fuerza del miedo al barranco de las sicosis.
No estamos más seguros que antes. La tarde de ayer redundó en la sociedad que trae el terror a flor de piel. Podría ser que reconociéramos el abatimiento gradual de crímenes que cuestan vidas humanas, sin embargo, esa especie de diversificación del delito que tanto seduce al maleante sistémico representa la nueva amenaza, ya no matando a tantas personas sino aniquilando las formas que tienen estas para sobrevivir.
Los pilares del orden y la ley son endebles, proclives a que cualquier rumor reviva la pesadilla del 17 de octubre en Culiacán, haciendo que la estabilidad se cimbre. Es visible el desvanecimiento del principio de autoridad y la lógica criminal lo capitaliza a la perfección. La llegada de más militares, el conflicto entre corporaciones municipales y estatales de seguridad pública, así como el desentendimiento de Alcaldes frente al delito, propician que la delincuencia perciba vía libre para hacer de las suyas.
Por un lado, la noticia de la disminución de asesinatos al cerrar noviembre con 83 casos para acumular 859 en lo transcurrido de 2019, lleva a prever que acabará el año con menos muertes violentas que 2018, que sumó mil 123 hechos de este tipo. En contrasentido, los sinaloenses no soportan el embate de malhechores que en el lugar, hora y modo menos pensado perpetran ilícitos sin que el Gobierno haya hecho la correspondiente labor de prevención.
Sin ser necesaria la especulación sobre balaceras que esparcen las redes sociales, un dato aportado por el Fiscal Juan José Ríos Estavillo es suficiente para ponerse a temblar. En noviembre se reportaron 42 casos de desapariciones forzadas en el municipio de Ahome, índice de violencia que no registra antecedentes. Otro es la escalada desatada por los maleantes contra personas que acuden a los bancos a retirar efectivo, sabiendo incluso la cantidad recibida en cajas.
Es posible que en robo bancario, que hasta el 31 de octubre registra 35 casos, sí se presente una situación más grave a la del año pasado. En robo a casa habitación la estadística actual de 343 casos denunciados supera los 296 eventos de 2018 y en robo a local comercial abierto al público habrá un alza ligera, por encima de los mil 61 hechos de 2018.
Es decir, la tendencia a comprimir los sucesos de alto impacto se confronta con el comportamiento al alza de delitos del fuero común, con el elemento intimidante de que quienes los cometen utilizan cada vez más procedimientos característicos del crimen organizado. Llamarle delincuencia consuetudinaria con tal de justificar que el Gobierno la descuide por atacar al gran hampa, equivale a bajar la guardia en la exigencia de que el Estado cumpla la obligación de proteger a los sinaloenses.
Otro factor determinante es que la delincuencia vertebrada, cuyo eje y fin es el narcotráfico, está tirando más alto en sus objetivos de amedrentamiento. Una vez que consiguió que los habitantes de una ciudad, un estado o un País se sometieran a sus designios mediante la táctica del terror, como lo quiso repetir ayer, ahora va por el secuestro de instituciones, gobernantes y sistemas políticos, haciéndolos rehenes también del pavor.
Y en esta nueva mentalidad de crimen organizado, que borra los límites de tipificación de delincuencia común, es el sinaloense común y corriente, el habitante pacífico que pone su seguridad en manos del gobierno, la presa más fácil para los que acechan cualquier descuido o desinterés del gobierno. La espantadiza ciudadanía y la impunidad garantizada por el Estado son la materia prima para instaurar el gobierno criminal.
La falla está en que la creación de la Guardia Nacional les cayó como agua en el desierto a servidores públicos que le avientan a otros el tema de la seguridad pública como papa caliente. El despliegue de militares, la propaganda oficial que presenta a esta fuerza como la panacea en el combate a la violencia y el abandono de la función preventiva y reactiva de la Policía, se confabularon para darle forma a la engañifa de la paz.
Más fuerza pública no ha significado mayor estado de derecho. Esto lo verificamos a diario. Tampoco la reducción en la comisión de homicidios dolosos se traduce en mejores índices de tranquilidad para los sinaloenses. En cualquier parte, parapetada en los datos alegres de que hay menos muertos o agazapada detrás de cualquier noticia falsa, está esa renovada delincuencia que en el Sinaloa sin ley le hace ver a la gente quién verdaderamente manda aquí.
Reverso
Son muchos los epitafios,
Pero uno explica la verdad:
Sí hay menos cenotafios,
Pero mucha más inseguridad.
Ciudad asustada
Tuvo que salir al quite el Gobernador para calmar la ola de rumores que empezaba a darle forma a otro tsunami de terror en Culiacán después de que alguien (¿no posee la Secretaría de Seguridad Pública capacidad tecnológica para saber quién soltó el mensaje de miedo?) avisaba de otro enfrentamiento violento en el sector norte de la ciudad que obligaba a la gente a quedarse en sus casas. Algunas familias, instituciones educativas y centros comerciales cayeron en pánico, hasta que Quirino Ordaz desmintió que la ciudadanía estuviera en peligro.