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De acuerdo con la CNDH y los “Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por los Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la Ley”, las obligaciones de los policías durante una detención son las siguientes:
- Abstenerse de realizar la detención de personas sin cumplir con los requisitos constitucionales y legales previstos para ello.
- Abstenerse de cometer actos de agresión física o verbal, intimidación o cualquier otro que lesione la dignidad de las personas.
- Al momento de la detención de una persona, informarle a ésta sobre los derechos que en su favor establece la Constitución.
- En toda detención debe conducirse dentro del marco de la legalidad y el respeto a los derechos humanos, así como velar por la vida, la dignidad, y la integridad física, psicológica y patrimonial del detenido y de la víctima.
- Abstenerse de infligir, tolerar o permitir actos de tortura u otros tratos o sanciones crueles, inhumanos o degradantes a aquellas personas que se encuentren bajo su custodia.
Las recientes muertes bajo custodia policial de Alejandro Giovanni del estado de Jalisco y Jair López del estado de Baja California han provocado indignación en México e incitado protestas en medio de esta pandemia.
Este tipo de protestas a veces terminan en encuentros violentos con los agentes de la ley y el orden. En el mejor de los casos, los cuerpos policiales pueden utilizar tácticas de control de multitudes como el diálogo y las barreras, pero también pueden recurrir a otras alternativas menos agradables como el gas lacrimógeno y las balas de goma.
Las alternativas mencionadas previamente son preferibles a un balazo o ser asfixiado, no obstante, el uso de armas “no letales” también tiene sus bemoles ya que pueden ocasionar lesiones graves o la muerte cuando se utilizan a corta distancia.
El gas lacrimógeno es un término que incluye un gran abanico de irritantes químicos en forma de aerosol utilizados por la policía para incapacitar y dispersar multitudes. El gas pimienta y el gas CS son los más comunes, y ambos actúan induciendo inflamación y dolor en los nervios sensitivos.
El ingrediente activo del gas pimienta es la capsaicina, un compuesto derivado de los chiles. Por otro lado, el gas CS contiene clorobenzilideno malononitrilo, un compuesto clorado.
Los gases lacrimógenos inducen una gran variedad de síntomas tales como lagrimeo e irritación ocular extrema, irritación e inflamación de la piel, y quemaduras químicas. Cuando estos son inhalados ocasionan tos violenta e hipersecreción de moco, así como dificultad para respirar.
Cabe mencionar que la Convención sobre Armas Químicas (un tratado internacional) prohíbe el uso de gas lacrimógeno en la guerra, pero no prohíbe su uso en civiles.
Las “balas de goma” son un grupo de proyectiles hechos a base de goma, plástico, o espuma densa con cubierta de goma. Hoy en día existen numerosos ejemplos de protestadores y periodistas siendo severamente lesionados o cegados permanentemente por alguno de estos proyectiles.
Estas balas de goma no son para dispararse indiscriminadamente a una multitud. Un impacto a corta distancia puede fracturar el cráneo, romper huesos, explotar ojos, y ocasionar daño a órganos internos o traumatismo cerebral.
¿Qué tan mortíferas son las armas “no letales”?
Un estudio realizado en el 2017 determinó que el 70 por ciento de las personas impactadas por estos proyectiles “no letales” presentó daños severos, el 15 por ciento de ellos sufrió una lesión permanente, y el 3 por ciento murió (https://bmjopen.bmj.com/content/7/12/e018154).
El gas lacrimógeno puede ocasionar la muerte en personas con problemas respiratorios o alérgicos.
El estudio concluye que estas alternativas no son medios adecuados para el control de multitudes y que estas armas no sirven para apaciguar la tensión durante un disturbio, sino todo lo contrario.
El uso de las armas “no letales” resulta más letal (3 por ciento mortalidad) que padecer Covid-19 (~1 por ciento mortalidad). El virus que ocasionó la pandemia que ha paralizado al mundo es menos letal que algunos métodos utilizados por ciertos agentes de la policía durante la detención de un individuo o durante un disturbio.
Somos una sociedad violenta. El Índice de Paz Mundial coloca a México como uno de los tres países más violentos en América y el Índice de Paz México coloca a Sinaloa como el tercer estado más violento del país.
Por esta y otras razones, nuestra sociedad necesita de más arte y cultura, así como ciencia y educación de calidad. El fútbol y los conciertos pueden esperar.