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De repetido uso registrado en la historia, hoy de nuevo, cuando toma forma mediante el discurso de figuras públicas vigente, deshumanizando minorías.
Ante el peligro potencial que representa, en el año 2019, treinta expertos independientes, invitados por la Organización de las Naciones Unidas, líderes en la materia de sus propios países, realizaron un estudio donde concluyen que “generalizar y describir a grupos enteros de personas como peligrosos o inferiores, ha conducido en el pasado a tragedias catastróficas”.
Como parte de su trabajo, publicaron una carta abierta a las naciones, donde solicitan a los estados y empresas de redes a tomar medidas para frenar el discurso de odio.
Este discurso de odio tiene rutas de ida y vuelta con algunos elementos que bien vale la pena resaltar: puede ir dirigido de un sector de la sociedad a otro, de un individuo a un grupo social o viceversa, o de una autoridad a un determinado sector, este último, más grave, ya que a la autoridad no le es permitido atacar ciudadanos para descalificar ni sembrar discordia. Entre otras muchas, son claros ejemplos de sus consecuencias: el debilitamiento de la cohesión social, la erosión de los valores compartidos y dejar sentadas las bases para la violencia, en franco retroceso a la causa de la paz y estabilidad como elementos para un desarrollo sostenible en cada país.
Se trata de una acción comunicativa que tiene por objeto promover y alimentar un dogma, cargado de connotaciones discriminatorias que atenta contra la dignidad de un grupo de individuos, incitando al interlocutor o lector a llevar a cabo acciones destructivas determinadas.
En el diario acontecer lo podemos distinguir en la comunicación verbal o escrita, destacando la presencia de algunos de estos elementos: a). Cuando se tipifica a un grupo de personas y se les coloca en situación vulnerable o blanco de ataque; b). Cuando en el discurso, se contiene un elemento de humillación (ya sea por opinar para degradar, acogiéndose a sucesos específicos de la historia o asociando a un grupo con características altamente cargadas de prejuicios); c). Cuando en el discurso se detecta un elemento de malignidad evidente, al no destacarse un fin de bondad ni tolerancia ni de respeto en quien lo promueve; d). Cuando el discurso lleva un elemento de intencionalidad que consiste en el fin que se pretende, es sembrar la iniciativa de una conducta de exclusión social como requisito de ante sala del odio que luego justifica el racismo como última expresión.
Volviendo a la Carta Abierta de los Expertos, estos recuerdan a los estados, que el hilo conductor para inhibir el discurso de odio, se gesta en el respeto a los derechos humanos individuales sin discriminación por motivos de raza, identidad sexual, idioma o religión y que es importante mantenerse trabajando en políticas que aborden formas claras inhibitorias del discurso de odio y que respondan a su impacto.
Además del hilo conductor referido antes, refrendan que los elementos que conforman la identidad de un individuo son: raza, color, identidad sexual, idioma, religión, opinión política o de cualquier índole, origen nacional o social, posición económica individual o nacional, deben ser tutelados por los gobiernos.
Para el logro de este fin, instan a los estados a promover políticas de tolerancia que garanticen ejercicios promotores sobre diferentes tópicos: derecho de igualdad, a la no discriminación, a la libertad de expresión, a vivir una vida libre de violencia a través de reforzar la tolerancia, diversidad y defensa de opiniones pluralistas.
En la problemática social, el peligro del discurso de odio, radica que mediante las expresiones de menosprecio e insulto se generan sentimientos hostiles contra personas o grupos. Alimentado en ocasiones desde el núcleo familiar, localizable en algunos grupos sociales, académicos, religioso o políticos. Una conducta humana que acompaña dramáticamente la historia, que en una fase sin control, ha justificado guerras, exterminios, y los más abominables abusos sobre la vida y la seguridad, muy perfectible si la trabajamos a tiempo, en todos los sectores, fijando posturas y puntos de vista, con los valores del respeto y la tolerancia.