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"OBSERVATORIO"

"Di con qué narco andas y te diré quién eres. Acompañantes políticos, escalera o abismo"

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OBSERVATORIO

    De vez en cuando, y de dos en dos, los pares en política han sido útiles para develar las verdaderas intenciones de quienes pretenden cargos alto de la función pública. El refrán de “dime con quién andas y de diré quién eres” nunca cobró tanta importancia como hoy que a través de terceros implicados se delatan las ambiciones, legítimas o espurias, de cara al conteo regresivo para la importante sucesión de 2021 en Sinaloa.

    También 2020 que está por comenzar es bisiesto y le hará honor al dicho de “año de pares, año de azares”. En unas horas la otrora desentendida opinión pública sinaloense enfocará gradualmente el microscopio social hacia los actores y factores que se moverán en la preparación de otro ciclo político del cual dependerá que a esta tierra y sus habitantes les vaya igual, mejor o peor que en la actualidad.
    Y si “en todos los lugares cuatro perdices son dos pares”, en la tierra del tomate las mancuernas proselitistas deben ser de dos socialmente confiables, no más no menos. Es por eso que por las malas o buenas compañías es posible adelantar el desenlace de las codicias por la Gubernatura, Diputaciones federales y locales, así como las Alcaldías que se votarán el primer domingo de julio de 2021.
    En este aspecto la historia está plagada de moralejas a aprender. En 2010 a Jesús Vizcarra Calderón, quien era el candidato del PRI considerado casi ganador, se le cayó la elección por una fotografía sacada del basurero del tiempo en la que apareció al lado de un jefe del narcotráfico. Por no acceder a reconocer que en alguna etapa de su vida estuvo junto al capo, los electores le retiraron el sufragio y optaron por aventurar seis años con Mario López Valdez.
    Seis años antes, a Heriberto Félix Guerra le afectó un episodio que en la cotidianidad de Sinaloa podría parecer normal. Uno de los estrategas de su campaña, Saúl Rubio Ayala, había asistido, como se estila hacer acto de presencia en los poblados, al funeral de Miguel Ángel Beltrán Lugo, alias “El Ceja Güera” acusado por la justicia mexicana de los delitos de narcotráfico y secuestro. Por ese “detallito” no obtuvo los votos necesarios.
    Viendo más cerca, en 2016 Gerardo Vargas Landeros era considerado el candidato natural para suceder a López Valdez en el Gobierno de Sinaloa, sin embargo, tal respaldo del Gobernador en turno acabó siendo la fulminante caída de aquel proyecto sucesorio que tenía como manchas los supuestos encuentros (nadie aportó las evidencias) entre Malova y Joaquín “El Chapo Guzmán”, posible vínculo que Frank Armenta Espinoza, uno de los guardaespaldas del ex Mandatario, acusó en un video masivamente difundido.
    En la guerra electoral que se avecina en Sinaloa nada está escrito. Igual las efemérides políticas dan cuenta de que en 1980 Antonio Toledo Corro llegó al Gobierno estatal con el patrocinio y compadrazgo de Miguel Ángel Félix Gallardo o que el sexenio que Juan Millán Lizárraga quiso inscribir en la gloria se fue al oprobio en 2004, el último año, al evidenciarse que la policía ministerial le brindaba protección a los Carrillo Fuentes.
    O en sentido contrario, hay políticos que no han necesitado a los jefes del narcotráfico para acceder a la titularidad del Ejecutivo Estatal. Francisco Labastida Ochoa no traía tal estigma cuando en 1986 el entonces Presidente Miguel de la Madrid lo mandó de candidato a Gobernador por el PRI solo para eliminarlo como competidor en la postulación presidencial que a cualquier costo se le reservó a Carlos Salinas.
    Tampoco Quirino Ordaz necesitó del padrinazgo del narco para obtener la candidatura y lograr la victoria, por el PRI, en 2016. Otros fueron los “astros” que se alinearon a su favor: el rechazo popular a la continuidad del malovato, la designación del candidato que Enrique Peña Nieto confió al sector empresarial y el fracaso del régimen que PAN, PRD y Convergencia habían instalado seis años antes resultaron determinantes para que el empresario hotelero ganara la elección sin complicaciones.
    Escalera o abismo, el narcotráfico siempre ha sido factótum político. Algunas veces apoyando y ganando la Gubernatura, otras retirándose de las elecciones y cazando el momento para negociar con quien resulte electo, la cuestión a resolver en la cercanía de 2021 consiste en si es o no acompañante imprescindible para que un partido o candidato gane o pierda la elección.
    Hay, por las terribles lecciones de la práctica política a la sinaloense, la certeza cívica de que la mirada ciudadana debe estar puesta siempre sobre los apetitos de poder, sin distraerse con los artilugios de la demagogia, porque cada movimiento de los pretensos sirve para recalcar las ignominias o disipar las desconfianzas. Es posible que bailar con lobos atraiga simpatías; pero igual es seguro que ahuyenta las esperanzas.

     

    Reverso
    Si van a cruzar ese charco,
    Y han de manchar sus plumajes,
    Asegúrense que el narco,
    Les haga subir los puntajes.

     

    La opción ‘B’
    Andrés Manuel López Obrador es el acompañante que debieran buscar todos los que aspiran a encabezar el Gobierno de Sinaloa. Es garantía de triunfo legítimo sin necesidad de salpicarse en la letrina del crimen ¿Para qué ocuparían malas compañías si la influencia del Presidente sobre el electorado es tal que con un simple abrazo que éste le dé al ungido los votos caerían como llueven aceitunas al sacudir un olivo en diciembre?
    alexsicairos@hotmail.com