Hoy, en el Día Nacional de Protección Civil, nos vamos enterando de algo que dibuja a cabalidad la indiferencia, soberbia y egoísmo de quienes han tenido bajo su responsabilidad la administración pública.
Y es que el tema de protección civil está directamente ligado con la prioridad que la integridad de los ciudadanos debe tener para los gobiernos.
Ayer, Francisco Vega Meza, actual director del Instituto de Protección Civil de Sinaloa, reveló que dicha dependencia está “en ruinas”, al grado que tienen que rehacerla.
La describió como débil y señaló a las malas administraciones del pasado, sin definir nombres de los responsables.
Pero quien haya sido, habla del poco valor que representa la integridad de las personas para quienes estuvieron al frente del Instituto, pero también de quienes tuvieron la obligación (no cumplida) de supervisar su correcto desempeño y brindarle el presupuesto necesario.
Vega Meza dio dos ejemplos que, por sí solos, hablan de la gravedad de estas “ruinas”.
Primero, tenemos que de las 518 guarderías que existen en Sinaloa, el Instituto de Protección Civil no supervisa ni cuenta con expediente del 42 por ciento de ellas.
Es decir, que no está garantizada la seguridad de los niños y niñas de 218 guarderías.
Y todavía peor, que es el segundo ejemplo, de 110 mil establecimientos, entre comercios, negocios, oficinas, etcétera, el 95 por ciento no es supervisado por el Instituto de Protección Civil.
Ese es el nivel de la calidad humana de quienes nos han gobernado.
Claro, ya sabemos dónde han estado las prioridades.
El edificio del club
Resulta curioso como en el historial del edificio de Homex, donde será la nueva Unidad de Servicios Estatales, han circulado nombres de políticos y empresarios muy, muy conocidos.
Como se cuenta hoy en un reportaje publicado en estas páginas, la mitad del terreno donde se construyó el inmueble fue vendido a Homex, con Eustaquio de Nicolás al frente, por Enrique Millán Lizárraga, hermano del ex Gobernador Juan Millán.
La compra venta fue en febrero de 2006, o sea, dos años después de que Juan Sigfrido dejó la Gubernatura.
En su sexenio, el Gobierno del Estado se encargó de indemnizar a los propietarios de los lotes de la ribera de los ríos en pro del proyecto Desarrollo Urbano Tres Ríos, y es públicamente conocido que el ex Gobernador tiene varios terrenos, propiedades y negocios por ahí.
Los sinaloenses pagamos por las indemnizaciones de los terrenos que luego, vía las oficinas del DUTR, fueron vendidas a particulares, los cuales a su vez revendieron a precios más altos.
Una de las empresas que comercializaron esas tierras o construyeron sobre ellas fue, precisamente Grupo Homex y Grupo Anjor, de Antonio Sosa Valencia, conocido como el “Dueño de Guamúchil”.
Pues bien, un “trocito” de esos predios estuvo “en las manos”, si así se quiere creer, de Enrique, hermano de Juan, y se supone que les vendió a los de Nicolás. Sobre ese y otro terreno que tenían construyeron el edificio sede del grupo.
Pero las “cuentas” no les salieron. Le debían un crédito al mexicano más rico, Carlos Slim, y en 2013 le paga parte de su deuda con el inmueble.
Desde agosto, los sinaloenses somos dueños de esos 6 mil metros cuadrados de tierra y 15 mil metros cuadrados de construcción ya que pagamos 174 millones 379 mil 125 pesos con IVA incluido.
¡Faltaba más!
¿Qué hacer con Pucheta?
El Alcalde de Mazatlán, Fernando Pucheta Sánchez, se ha convertido en un incordio para los priistas y sobre todo para el Gobierno de Quirino Ordaz Coppel.
Con apenas unos meses en el poder, Pucheta Sánchez ha conseguido poner a todos en su contra, incluso a su equipo que los acompaña en la administración del puerto.
A punta de majaderías, ocurrencias y un desorden a la hora de administrar, el Munícipe tiene a todo mundo harto de sus salidas de tono.
No importa si se encuentra frente a niños en una primaria o ante ancianos, Pucheta Sánchez es capaz de lanzar cualquier barrabasada por el micrófono.
Y para muestra un botón: previo a su primer grito por la celebración de la Independencia, el Alcalde fue desairado por la mayoría de los regidores, y de sus propios colaboradores, incluso de empresarios.
En sala de Cabildo apenas estuvieron sus más cercanos colaboradores, acompañados de sus familias, un par de ediles de oposición, representantes de las fuerzas armadas y las lideresas que le aplauden en las sesiones de Cabildo.
No llegaron representantes camarales, constructores, ni líderes “de peso” de su partido.
Había más representantes de medios de comunicación que invitados, y eso que de Relaciones Públicas mandó repartir decenas de invitaciones especiales para el magno evento.
La realidad es que al Alcalde, al menos esa noche, lo dejaron solo.