vraldapa@gmail.com
@vraldapa
A dieciséis días de que termine el año y la segunda década del Siglo 21, despedimos la dura experiencia de 2020, muy distinta a las anteriores y con dificultades anunciadas para el próximo año por la continuidad de la pandemia. Así se proyecta el año por venir, con vicisitudes que sortean nuestra resistencia y nuestra capacidad para ir sobreponiéndonos a los estragos del año que se despide y que hemos padecido como un prolongado sueño para unos y como penosa pesadilla para otros. Pero la vida ha de continuar, con o sin nosotros.
Así todos, de alguna manera o de otra, nos mantenemos a la expectativa de lo que sigue, de lo que 2021 habrá de traernos, mientras aprendemos a cohabitar con una nueva normalidad que no termina por acomodarse en una estructura social sostenida fundamentalmente por el orden económico ya establecido, con raíces muy profundas el esquema mental de las personas, como en sus habilidades aprendidas, que les brindan utilidad y sentido a sus vidas; un modelo cuya permanencia ha sido puesta a juicio en medio de esta pandemia, planteándonos el dilema de modificar arraigadas costumbres, protocolos de convivencia y sobre todo, el enfoque social de nuestra economía. En esa disyuntiva esperamos que termine por normalizarse, la nueva normalidad resultado del antes y después de la pandemia.
Sin embargo, como parte de lo que sucede en este momento histórico de la pandemia, advertimos cómo sectores de nuestra sociedad asumen formas diversas de resistencia y negación al cambio ante la nueva realidad.
En el sector público, vemos cómo instituciones de los diferentes poderes y órdenes de gobierno, sortean de forma ambivalente sus funciones y actividades frente a las consecuencias de la pandemia, tratando de encontrar un equilibrio de daños entre salud pública y crisis económica, con una estimación de muerte por Covid de alrededor de 200 mil personas y el riesgo del cierre de 500 mil empresas, como consecuencia de la pandemia.
Por su parte el sector privado recibe un fuerte golpe en sus finanzas, a pesar de que las grandes empresas podrán enfrentar este periodo de crisis e incluso obtendrán ventajas competitivas, una gran mayoría, sobre todo medianas y pequeñas empresas, continuaran cerrando. El daño a este sector será irreparable, con una recuperación a largo plazo.
En el sector de los trabajadores, los efectos de la pandemia en el mercado laboral también han sido devastadores con la pérdida de más de un millón de empleos que aumenta la cifra a 2.8 millones de mexicanos desocupados, así como la reducción de sueldos y horas de trabajo.
Así como el Covid-19 deja diversas secuelas en la salud en las personas que se recuperan de la enfermedad, igual los efectos de la pandemia dejarán futuras consecuencias en todos los ámbitos de nuestra sociedad. El universo de los problemas sociales que se vendrán como resultado de la crisis de los sectores sociales es todavía incalculable, por lo que se requiere que de manera oportuna se dimensione la magnitud del reto que representa para el país lo que se avecina después de superada la crisis de salud.
Está claro que tal responsabilidad queda en manos de instituciones que sostienen el Estado mexicano y que se representa en los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, así como en los gobiernos estatales, municipales y congresos locales.
El próximo año se elegirá a 500 diputados federales, 15 gubernaturas, mil 63 diputados de 30 congresos locales y mil 926 ayuntamientos en 30 estados. La elección más grande y compleja de la historia con 95 millones de mexicanos llamados a votar mientras continúa la pandemia de coronavirus, afirma el INE.
En Sinaloa el próximo 6 de junio elegiremos gobernador, diputados federales y locales, alcaldes y regidores. En mi opinión los asuntos que conviene estén en la mesa del debate público el próximo año, no debiera centrarse en la selección de candidatos, alianzas o encuestas sobre los aspirantes, ese es asunto de los partidos.
Una discusión inteligente en una sociedad inteligente, se atienden asuntos que le conciernen al ciudadano para conseguir su bienestar, porque en cada proceso electoral elige proyectos de gobierno y propuestas legislativas que le convienen. Por ejemplo para Sinaloa, sus representantes en la Cámara de Diputados a la hora de aprobar leyes en favor del País y asignar presupuestos que ofrezcan soluciones a problemas reales en la entidad. Lo mismo para elegir gobernador, alcaldes y regidores, igual para diputados locales.
Quienes aspiren a una representación en estos cargos de elección popular, tendrán que estar a la altura de los problemas que se avecinan, estar al tanto de la dimensión de las dificultades y tener soluciones concretas que den respuestas no sólo a las demandas inmediatas de los sinaloenses, sino de un plan serio y ambicioso que regrese la esperanza de un futuro común.
Hemos sufrido una experiencia que nos obligó ver la vida y a nuestra sociedad de manera diferente durante la pandemia, todavía falta un trecho por recorrer, como para que sigamos actuando igual frente a esta nueva realidad que vivimos.
Estimadas amigas y amigos lectores, tomaré un descanso esperándolos ver este espacio el próximo lunes 18 de enero de 2021. Les deseo una Feliz Navidad y un fin de año en compañía sus seres queridos. Cuídense mucho. Hasta entonces.